POR SILVIA GUARNIERI. A veces pienso que, en un futuro cercano, la profesión de coach va a ser, a la fuerza, de las más valoradas. Hoy sabemos que estar conectados a través de las redes es una revolución sin precedentes, ya nadie duda de las ventajas de las redes. Pensamos que la red produce cercanía, sin embargo, cada vez estamos más lejos unos de los otros. ¿Cómo puede ser posible esta paradoja?
La no dependencia de nada ni de nadie se ha vuelto la meta. El selfie es la expresión más carnal de la soledad: no necesitamos del otro, ni siquiera para sacarnos una foto. Subimos a las redes aquello que representa la mejor imagen y ocultamos el dolor, el sufrimiento... precisamente, la parte que nos hace humanos, vulnerables y cercanos.
¿Cómo le explicamos a un adolescente que detrás de los cientos de likes de un compañero o compañera también hay sufrimiento?
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