Resumiendo mucho, una película cuenta, entre otras cosas, una historia de vida (o un episodio en la vida de alguien) en tres fases: planteamiento, nudo y desenlace. Una película es una aventura de aprendizaje y transformación.
Arranca con un personaje protagonista que ve interrumpida la rutina en la que está instalado; sigue con el personaje esforzándose por superar esta nueva dificultad y culmina cuando este protagonista -que ha podido (o no) resolver su reto- ha cambiado, ha cambiado tanto, que nunca volverá a ser el mismo.
En términos de coaching, lo que le pasa al protagonista de muchas películas (y libros y obras de teatro…) es un Cambio de observador. Es lo que en el Programa de Certificación en Coaching Ejecutivo se llama Aprendizaje de tercer orden. Un tipo de aprendizaje profundo que afecta al Ser de la persona, es transformacional y es para siempre.
Cuando al final de la historia, el protagonista ya no ve el mundo como lo hacía al inicio, cuando ha incorporado las habilidades que se ha visto obligado a desarrollar, cuando ha vivido nuevas relaciones, cuando mira la realidad con unas nuevas gafas, entonces, el personaje ha aprendido algo, ha desaprendido lo que ya no le servía y se ha transformado.
Para llegar hasta aquí,hasta estos aprendizajes transformadores, protagonistas, clientes de coaching o personas de a pie tenemos que reconocer nuestros miedos, familiarizarnos con la incomodiad, soltar juicios, cambiar etiquetas, hacermos flexibles, menos exigentes, dejar de pensar que lo sabemos todo y, sobre todo, comprometernos con el cambio.
¿Qué tiene que suceder, entonces, para que haya un cambio de observador? En el caso del cine, unas cuantas aventuras. En la vida real, además de las aventuras, puede hacer falta un proceso de coaching, una escucha empática, una buena pregunta. Y en ambos casos, mucha voluntad de querer cambiar.
