Desde pequeña he pensado que los años no estaban bien organizados… Yo medía la vida por los cursos escolares que superaba, por los niveles educativos a los que accedía.
Ni siquiera la mayoría de edad se salvó. La llegada a la Universidad fue para mí mi puesta de largo aunque yo recién estrenara mi decimoséptimo año de vida ¿no tenían todos los demás 18 años? Pues yo también. Y mis padres, sin embargo, contaban su vida a través de las Navidades que acumulaban.
De adulta pienso lo mismo.
Mi cerebro se organiza por los agostos que vive.
Septiembre es el mes de los nuevos propósitos , donde se pone un mojón en el camino, donde germina la reflexión del curso terminado y se planifica el nuevo.
En esa idea de hacer camino, en esa idea de diseñar nuestro futuro deseable, el espacio transcurrido entre mis septiembres se convierte en la ocasión de convertir mis sueños en visiones , mis retos en acciones, mis anhelos en objetivos.
Septiembre es un momento de puesta en marcha de decisiones.
Me convierto en actriz del guión de mi película, de un capítulo importante que transcurre y cuyo desenlace saborearé el próximo agosto.
¿Y tú, has escrito el nuevo capítulo de tu vida?
