Lydia Vidal. Las conversaciones son el punto de partida de toda transformación. Lo que decimos —y cómo lo decimos— puede abrir o cerrar posibilidades, construir confianza o deteriorarla. Las conversaciones son el origen de los resultados que obtenemos, de nuestras satisfacciones, frustraciones o de los conflictos que provocamos o evitamos.
Hay múltiples maneras de desarrollar nuestra inteligencia conversacional y lograr conversaciones sin conflictos. Hoy, exploramos un «pequeño gran» libro, Los cuatro acuerdos, publicado por el doctor Miguel Ángel Ruiz, que inspirado en la sabiduría tolteca, ofrece un marco sencillo y profundo para todo profesional y, en particular, para quienes acompañan procesos de cambio o guían equipos.
Aunque el libro nació en el ámbito espiritual, sus enseñanzas encuentran respaldo en la psicología moderna y en la neurociencia, y se alinean con los principios esenciales del coaching ontológico: responsabilidad personal, poder del lenguaje y calidad de presencia, y son clave para mantener conversaciones sin conflictos.
Un marco de coherencia y humanidad
«Los cuatro acuerdos» no son reglas rígidas, sino una práctica cotidiana de coherencia y conciencia. Invitan a cuidar el lenguaje, a observar sin juicio, a comunicarse con claridad y a actuar desde la responsabilidad personal.
«Los cuatro acuerdos» ofrecen una guía práctica para sostener esa coherencia entre lo que se piensa, se siente y se hace.
1. Primer Acuerdo: Sé impecable con tus palabras
Ser impecable no significa ser perfecto, sino hablar con integridad.
Desde la neurociencia se ha demostrado que el lenguaje modifica la percepción y las emociones: las palabras activan circuitos neuronales que influyen en el estado de ánimo y la conducta. La psicología cognitivo-conductual confirma que el modo en que nos hablamos determina cómo actuamos. Según el coaching ontológico, el lenguaje no solo describe el mundo: lo crea.
Ejemplo para conversaciones sin conflictos:
El cambio de tono transforma una corrección en una conversación de aprendizaje.
- Sin el acuerdo: «Esto está mal, siempre te equivocas»
- Con el acuerdo: «He visto algunos errores; revisémoslos juntos para aprender y mejorar»
2. Segundo Acuerdo: No te tomes nada personalmente
Este acuerdo invita a separar el yo del juicio ajeno.
En términos psicológicos, fortalece el locus de control interno: la capacidad de asumir responsabilidad sin cargar con la emoción o la opinión del otro. La neurociencia social muestra que las críticas activan las mismas áreas cerebrales que el dolor físico; sin embargo, la autorregulación emocional reduce esa activación y permite responder con serenidad.
Ejemplo para conversaciones sin conflicto:
Un pequeño cambio de enfoque puede evitar el conflicto y abrir una conversación más humana.
- Sin el acuerdo: «Me ha hablado mal, seguro que piensa que no soy competente»
- Con el acuerdo: «Parece molesto; voy a escuchar con calma para entender qué necesita»
3. Tercer Acuerdo: No hagas suposiciones
El cerebro busca cerrar la incertidumbre, y por eso tiende a interpretar y completar lo que no sabe.
Es lo que la psicología llama sesgos cognitivos. Sin embargo, muchas veces esas suposiciones distorsionan la realidad y dificultan la comunicación. El coaching propone justamente lo contrario: preguntar, explorar, no dar por hecho.
Ejemplo para conversaciones sin conflicto:
Preguntar en lugar de suponer evita malentendidos y refuerza la confianza.
- Sin el acuerdo: «No me ha contestado porque no le interesa el proyecto»
- Con el acuerdo: «No he recibido tu respuesta, ¿cómo vas con el tema?, ¿necesitas algo?»
4. Cuarto Acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas
Este acuerdo se relaciona con la teoría del flow (Csíkszentmihályi) y la autocompasión (Kristin Neff). Hacer lo mejor posible en cada momento —sin exigencia ni culpa— potencia la motivación y el bienestar psicológico.
En coaching y liderazgo, esta actitud sostiene el aprendizaje continuo sin caer en la autoexigencia paralizante.
Ejemplo para conversaciones sin conflicto:
- Sin el acuerdo: «Lo hice fatal, no sirvo para esto»
- Con el acuerdo: «Hoy di lo mejor con lo que tenía; la próxima vez prepararé este punto de otro modo»
Este cambio de mirada impulsa la mejora constante desde la responsabilidad, no desde la culpa.
Los Cuatro Acuerdos, un entrenamiento para desactivar las trampas del Ego
En psicología y en la ontología del lenguaje, el ego no es «malo», sino una estructura de identidad: la imagen que construimos de nosotros mismos a partir de creencias, juicios y experiencias.
El problema surge cuando confundimos esa imagen con quiénes somos realmente. Desde ahí, interpretamos el mundo como una amenaza o un espejo que valida (o cuestiona) nuestro valor personal.
El Ego es un obstáculo para las conversaciones sin conflicto: tiende a usar el lenguaje para protegerse o afirmar su identidad: critica, exagera, acusa o se defiende.
El ego se alimenta de la aprobación y el reconocimiento. Vive en modo comparación. Odia la incertidumbre: necesita tener razón, entender y controlar. Finalmente, el ego vive entre la exigencia y la culpa: si lo hace bien, se infla; si lo hace mal, se castiga.
Los Cuatro Acuerdos son una práctica para silenciar al ego reactivo y permitir que emerja una versión más consciente del yo y las ansiadas conversaciones sin conflicto:
- Que usa el lenguaje para crear, no para atacar.
- Que no se define por la mirada ajena.
- Que prefiere preguntar antes que juzgar.
- Que actúa con integridad, sin exigencia ni culpa.
Practicar coaching es entrenarse en vivir Los Cuatro Acuerdos cada día
Pasar de la teoría a la práctica requiere más que comprensión intelectual: exige experimentar el cambio en primera persona. Un proceso de coaching o una formación en coaching permite vivir Los Cuatro Acuerdos no como conceptos, sino como comportamientos observables: cuidar el lenguaje en cada conversación, dejar de tomarse las cosas como ataques, preguntar antes de suponer y actuar con responsabilidad, sin exigencia.
Es decir, que quienes hemos pasado por una Certificación en coaching hemos logrado entrenarnos hasta que estos principios se han vuelto hábitos: los hemos integrado en nuestra forma de escuchar, de comunicar y de proponer cambios e iniciativas. Hemos experimentado que el aprendizaje no solo transforma la manera de acompañar a otros, sino también la forma en que uno se relaciona consigo mismo y con el mundo.
- Para el coach, los cuatro acuerdos son una brújula que orienta la calidad de presencia en cada conversación.
- Para el responsable de equipo, una forma de inspirar desde la integridad y de generar confianza con los miembros de sus equipos.
- Para toda persona, una invitación a comunicarse con conciencia, elegir las palabras que construyen y vivir con mayor coherencia entre lo que piensa, siente y hace.
Vivir desde ahí significa conversar desde la presencia, no desde la defensa. Y eso, precisamente, es lo que transforma las conversaciones, las relaciones y los resultados.



