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Mónica Pérez-Zorrilla, coach de EEC, recibe el reconocimiento Master de ICF

Mónica Pérez-Zorrilla acaba de ser reconocida con el título de Master Certified Coach (MCC) por ICF, un hito que refleja su extensa experiencia en coaching, demostrada a través de más de 2.500 horas de práctica y que coloca a Mónica entre los profesionales más cualificados de Escuela Europea de Coaching. Mónica es la novena persona en alcanzar esta acreditación en EEC a nivel mundial, la séptima en España y la segunda en Barcelona. Esta es su testimonio al conocerse MCC.

«Nuestro trabajo tiene más que ver con iluminar que con brillar»

¡Felicidades, Mónica! ¿Cómo te sientes? ¿Qué supone para ti ser MCC?

Me siento muy feliz. Para mí, haber conseguido este logro tiene que ver con dos tipos de motivación, una más intrínseca que me conecta con un esfuerzo personal importante: reunir las horas, trabajar en profundidad los estándares que ICF nos exige y transitar un proceso de varios hitos que se van cumpliendo hasta llegar al final ha sido retador y a la vez satisfactorio.

Y, por otro lado, y creo que más importante, hay otra motivación más trascendente, conectada con el propósito, puesto que haber llegado hasta aquí te supone haber trabajado todos estos años para los demás, y eso todavía me hace sentir mayor gratitud.

¿Qué destacarías del camino hasta llegar a ser MCC?

El camino para llegar hasta aquí ha sido de gran aprendizaje para mí. Si bien hace ya bastantes años que tenía reunidas las horas de coaching, está claro que eso no basta y supone dedicación y compromiso con unos estándares de calidad exigentes.

Creo que, en este sentido, ICF es un muy buen garante de nuestra profesión, con un código ético muy bien definido y estructurado y unas competencias clave que garantizan que nuestro trabajo sea de calidad.

Creo que un coach MCC encarna una mentalidad; no es hacer coaching como un MCC, se trata de ser un coach que tiene incorporadas una serie de creencias que le permiten trabajar en otro plano. Esto implica conocimiento, práctica, foco, compromiso...

¿Qué ha sido lo más difícil en tu carrera como coach? ¿Lo más bonito, lo mejor?

Yo diría que mi carrera como coach, más que difícil, ha sido y sigue siendo retadora. Siempre he tenido mucho interés por superarme a mí misma, por conseguir nuevos retos, por evolucionar y creo que esto conecta con lo mejor.

En mi carrera como coach he aprendido a aprender, a desarrollar una mentalidad de aprendiz. Además, creo que esa es la esencia del coaching como proceso de aprendizaje, desde ahí, el coach se convierte en un espejo y en un catalizador de cambios al servicio de los clientes y de sí mismo y, sin duda, eso ha sido lo mejor.

¿Qué has aprendido en este proceso? ¿Qué sabes ahora, como MCC, que no sabías antes?

Ahora sé que sé más que antes, aunque seguramente todavía no sé nada... pero está bien. Nuestro trabajo tiene más que ver con iluminar que con brillar y eso implica un compromiso con tener al ego bien gestionado y estar muy conscientes de que somos vulnerables y que, en algún momento, nos equivocaremos.

Cada oportunidad es única para aprender y, en un sentido más práctico, prepararme para ser MCC ha supuesto estar dedicada a profundizar en el conocimiento de las competencias para integrarlas en las sesiones y ganar en eficacia y, por supuesto, ser coherente con el compromiso de seguir formándome y creciendo como profesional para ofrecer la mejor versión de mí misma a mis clientes.

¿Qué te permite el MCC?

Creo que, como cualquier otro nivel de acreditación, nos permite ser garantes de los valores de la profesión.

Esto supone colaborar con nuestros clientes con unos estándares de competencia profesional elevados, compromiso con el aprendizaje continuo, capacidad de crear entornos de confianza (en nosotros mismos, en el cliente y en la profesión) para poder ofrecer la mejor calidad a nuestros clientes, un gran nivel de integridad, profesionalidad y humanidad a la hora de ejercer nuestro trabajo.

¿Para qué coaching hoy?

Creo que, por fin, la sociedad y, a su vez, las organizaciones cada vez son más conscientes de que el bienestar de las personas es algo fundamental. No podemos ser buenos padres de familia, buenas parejas, buenos amigos, buenos profesionales si no estamos bien equilibrados interiormente.

El coaching, como proceso creativo y continuo de autoconocimiento, nos permite seguir desarrollándonos como personas de una manera más consciente y conseguir resultados extraordinarios tanto en la vida personal como profesional.

¿Qué te gustaría dejar como legado?

Yo creo en las personas y, evocando a Viktor Frankl, pienso que todos tenemos el poder y la libertad de elegir cómo queremos vivir.

Quiero ser un testigo que acompaña silenciosamente en el crecimiento de otros, en esa conexión con el propio poder contribuyendo, de ese modo, al bienestar de todos aquellos con los que la vida me ha dado la oportunidad de encontrarme.

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