Por Lydia Vidal. Uno de los principios del coaching ontológico explica que la realidad no es solamente de una manera, no hay una única realidad, sino que existen tantas realidades como observadores.
Esta idea refuerza la importancia de la humildad en la vida: comprender que la opinión de uno, no es más que una opinión más de tantas otras; que otras personas no solo tienen formas pensar de formas distintas, sino también visiones distintas de lo que es la realidad.
La humildad nos invita a reconocer que lo importante no es tener razón, sino aceptar que cada mirada es válida y que mi punto de vista es solamente mío. Se trata más bien de abandonar el intento de tener razón permanentemente y, por el contrario, abrir espacio para que los demás tengan su razón (y yo la mía).
Aceptar la diversidad es una expresión profunda de humildad.
Desde el punto de vista del coaching ontológico, no sabemos cómo son realmente las cosas. No tenemos acceso total a la realidad. Nuestros sentidos perciben solo una parte reducida y nuestra mente, a partir de nuestras experiencias, construye lo que para cada uno parece ser la realidad.
Sin embargo, no siempre somos conscientes de este fenómeno de percepción e interpretación. Con frecuencia pensamos que nuestra realidad individual es la realidad objetiva para todos. Y es ahí cuando dejamos de escuchar las ideas de los demás porque nos suenan equivocadas o confusas. Falta humildad, y ese es el caldo de cultivo para muchos problemas de comunicación.
Recordar que podríamos estar equivocados, dudar de nuestras propias certezas y adoptar una actitud de humildad abre la puerta a conversaciones más respetuosas, relaciones más sanas y una convivencia más fácil con la diversidad de miradas que existen.



