¿Cómo afrontar lo que estamos viviendo? ¿Cómo entrenar la paciencia para el futuro que nos viene?
La paciencia es esa palabra que ahora está en boca de todos. La usamos en tono jocoso, cuando decimos "Señor dame paciencia porque si me das fuerza lo mato" y también denota cierto pesar en refranes como "La paciencia es un árbol de raíz amarga y de frutos muy dulces".
¿Qué es y qué hay detrás de la paciencia?
Se dice que la paciencia es la ciencia de saber esperar en paz. La misma palabra podemos dividirla en dos. Paz, sería la emoción que nos permite estar en el mundo con cierta flexibilidad, aceptación y nos habilita para poder escuchar y escucharnos. Ciencia para mí sería la capacidad de asistirnos a nosotros mismos y también de tener la sabiduría para elegir cómo estar.
¿La paciencia es una actitud que cultivamos mucho hoy?
En mi opinión, al hacer esta pregunta de cuánto cultivamos hoy la paciencia, me doy cuenta de que vivimos en una sociedad en la que va todo muy rápido, las cosas cambian muy deprisa y nos tenemos que adaptar rápidamente. Y eso, siendo algo bueno y necesario, también puede estar teniendo un coste en momentos como los actuales, en los que nos vemos obligados a parar.
¿Qué hacemos con la inercia y la prisa que nos mueve, en esta situación de parones involuntarios? Algunas personas se han quedado sin trabajo, otros lo han tenido que modificar. No estamos logrando resultados cómo lo hacíamos como antes de la pandemia y las cosas no suceden igual.
Muchos de nosotros, vivimos en la creencia de que el tiempo es oro. Esto nos lleva a pensar que no hay tiempo que perder y hace que nos cueste mucho parar, de hecho, es algo que nos permitimos poco. Pensamos que hay que hacer, hacer y hacer para ser.
Sin embargo, a veces, es oportuno no hacer. Detrás del no hacer ganamos algo que de otra manera no sería posible obtener.
Somos una sociedad impaciente y queremos las cosas para ya y no nos damos cuenta de que hay procesos que tienen que seguir su curso y no podemos poner primavera donde hay invierno…
Adolecemos de esta enfermedad que es no saber parar y esperar. Por eso, relacionamos la paciencia con cierto sufrimiento. Nuestra creencia de que el tiempo es oro marca nuestra relación con el tiempo y eso es lo que nos hace sufrir.
Esperar como una acción
Cuando hablo de esperar no hablo de pasividad. Creo firmemente en la capacidad del ser humano de hacer que las cosas pasen, de comprometernos, de trabajar en responder con habilidad, de hacernos cargo al 100% de nuestra responsabilidad y de hacer todo lo que está en nuestra mano hasta el final.
Ahora bien, ¿cuántas cosas están en nuestras manos y cuantas ya no? ¿Hemos agotado lo que podíamos hacer y nos toca ahora esperar y poner paciencia?
Esperar nace de esta pregunta como faro: ¿estoy haciendo todo lo que puedo? Si la respuesta es no, entonces, todavía nos quedan cosas por hacer y podemos seguir avanzando. Pero llegará un momento en que la respuesta será que sí, he hecho todo lo que está en mi mano y ya no puedo hacer más para lograr algo. Entonces, me tocará esperar y dejar que los acontecimientos sigan su curso.
Te aporto un concepto que creo que puede ayudarte. Y es que en estos momentos de espera es común que nos ataquen los ladrones de la paz: son ideas que aparecen en la cabeza y que nos roban paz.
¿Cuáles son tus ladrones de la paz? ¿Qué pensamientos te alejan de poder estar presente aquí y ahora? Yo lo relaciono con conversaciones que nos llevan a cierto sufrimiento. Creo que esto es un hilo del que podemos tirar y descubrir información de mucho valor para poder gestionar nuestras emociones en este momento.
En este punto, cuando ya he hecho todo lo que estaba en mi mano y me toca esperar, te pregunto: ¿cómo va a ser tu espera? ¿cómo quieres que sea?
Podemos elegir una espera cargada de resignación o bien podemos practicar una espera más vinculada con el aprendizaje para adquirir sabiduría aceptando lo que hay. Para ello debemos cambiar de creencia, dejar de pensar que no hacer es perder el tiempo.
Un cambio de creencia
Si para mí el tiempo es oro y no lo puedo perder será muy difícil conectar con el aprendizaje y la paz. Una creencia útil y que puede servir es la de que no hacer es una acción en sí misma y también es ganar.
Más allá de lo racional es importante incorporar estas ideas en el cuerpo. ¿Cómo hacemos que lo que pensamos sea también lo que sentimos? Muchas veces entendemos lo que vemos, pero cómo hacemos para sentirlo en el cuerpo también, este es el reto ahora.
Es decir, el reto es, no solamente entender cuáles son nuestros ladrones de la paz y ver la ganancia del no hacer, sino también gestionar y autogestionarnos emocionalmente en cuanto aparezcan esos ladrones, reconocer qué conversaciones nos surgen.
Gestión emocional: los para qués
Desde la vulnerabilidad, os comparto lo que yo he vivido estos días de confinamiento. Cuando empezamos, mi situación profesional tuvo que frenar. Las primeras conversaciones en mi cabeza tenían que ver con el poder contar con unos días para desconectar, para leer y hacer cosas para las que no suelo tener tiempo. Después, me di cuenta de que en mi conversación interna empezaba a aparecer la idea de que no estaba aprovechando el tiempo, que no estaba siendo útil, y me acompañaba una emoción de culpa. Me he sentido culpable por no “aprovechar” el tiempo.
¿Cómo he gestionado yo mi emoción? Para que la culpa no me atrape y me enrede, la he escuchado. Le he dado la bienvenida a mi culpa, que me avisa de lo que es importante para mí y también me indica si hay algo que yo deba reparar.
He podido "tener" una conversación con mi culpa y, en algunos casos, me he podido recordar que lo que me tocaba era esperar. ¿Y qué he hecho para esperar en paz? Conectar con mi para qué, con mi propósito vital.
¿De qué me avisa mi culpa? Me indica que para mi es fundamental sentirme útil y aportar valor al mundo. Reconocer este valor en mi me ha permitido reflexionar sobre la idea de que puedo seguir siendo útil y oferta, estando al servicio, aunque nadie me pida nada y aunque no tenga un resultado. Este proceso que yo he hecho me ha permitido vivir las semanas de parón con paz y conectar con la aceptación, la responsabilidad y la calma.
Se trata de conectar con un sentido a nuestra espera. Todos tenemos un propósito que nos mueve en la vida y eso hace que estemos comprometidos y nos mueve a la acción. ¿Qué es aquello que nos conecta con nuestro propósito? ¿Qué daría sentido a mi espera hoy?
Para ti, ¿cuáles son tus ladrones de la paz?, ¿cuál es la victoria que hay detrás de tu no hacer ahora?, ¿qué daría sentido a tu espera?…