Últimamente se habla mucho de la Procrastinación, una palabra que hace referencia a "diferir, aplazar", es decir, a no hacer las cosas en el momento adecuado, a dejarlas para más adelante, a dejarse llevar por la pereza y a realizar las tareas en el último momento. O sea, a estudiar la noche anterior.
A este término se le acaba de añadir otro más, la Precrastinación, otro mal del primer mundo que tiene que ver con las prisas y con lo rápido que se mueve el mundo.
La precrastinación es, según los investigadores que acaban de acuñar el término, tratar de hacer las cosas tan deprisa y tan enseguida (o sea, al contrario que la procrastinación) que se invierte más energía o tiempo del necesario.
El departamento de Psicología de la Penn State University ha descubierto la precrastinación a través de un estudio.
"Pedimos a estudiantes universitarios que escogieran entre dos cubos y que lo llevaran hasta el final de un pasillo. En la mayoría de los casos, uno de los cubos se situó más cerca del final del pasillo. Hicimos hincapié en que eligieran la tarea más sencilla, y asumimos que los participantes escogerían el cubo que tuvieran que llevar la menor distancia. Al contrario de nuestra expectativa, los participantes escogieron el cubo que estaba más cerca de la posición de salida, transportándolo durante más distancia que el otro cubo".
Tras el estudio, los científicos concluyen que la razón de elegir la tarea más compleja se debe a que el sujeto logra así quitársela de la cabeza antes, se debe al "deseo de reducir la carga de trabajo de la memoria".
Y tú, ¿de qué eres? ¿De procrastinar, de dejar la tarea en tu cabeza in eternum? ¿O de precrastinar, hacerla en cuanto antes aunque te suponga más esfuerzo?