Las cuarentenas y los cambios de observador

Con 45 años, durante mi síndrome de los cuarenta, cambié mi forma de vivir e inicié una época existencialista que aún no he querido abandonar. Entonces, me hacía muchas preguntas sobre el sentido de mi vida pero no estaba preparado para encontrar las respuestas que buscaba: necesitaba cambiar esas “gafas”, esa “mirada” para ver lo que no veía o ver el mundo que me rodeaba de forma diferente. 

Después de pasar un largo desierto parecido a este retiro del COVID-19, experimenté eso que llamamos en coaching un cambio de observador y poco a poco fui creando la conciencia suficiente para generar una voluntad de acción que antes no tenía y poder reorientar mi vida.

Hacia el mundo del coaching

Toda mi vida me han llamado la atención los conceptos de “observador” y “lo observado” que manejamos en coaching y son términos que también me ha gustado estudiar desde otras disciplinas diferentes como las ciencias fisicoquímicas, la psicología, la filosofía o la teología; alineando así mis inquietudes en una especie de filosofía de la ciencia.

En la universidad, escuchaba a algunos físicos cuánticos decir que “la actitud del observador modifica lo observado”; leía al premio nobel Neil Bohr asegurar que “todas las posibilidades de existencia dentro de la incertidumbre están ahí. Solo cuando fijamos el observador en algo, se desvanecen las otras posibilidades” y a su colega Werner Heinsemberg (también premio Nobel) que “lo que nosotros observamos no es la naturaleza misma sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación”.

Estos pensamientos me dejaban con la boca abierta. He revisado también las ideas de Albert Einstein acerca de que “la energía, la materia, el espacio y el tiempo son relativos, depende del observador”; y las de Stephen Hawking, el famoso científico de los agujeros negros, para quien “lo que nosotros llamamos tiempo es un concepto que inventamos para ayudarnos a describir las cosas tal cómo pensamos que son”. Y he descubierto cómo, en la física moderna, el concepto de observador ha sido recientemente sustituido por el de 'partícipe'.

Es un planteamiento que me apasiona, pues presenta que, en realidad, el observador y lo observado no se pueden separar. Podríamos pensar que estamos totalmente unidos a lo que vemos (y a quien vemos), aunque nuestro ego se empeñe en separarnos. Desde este paradigma, siento una bonita relación entre la ciencia y la espiritualidad que me da mucha paz.

Observamos la vida como somos

Cuando leía o escuchaba las tesis apoyadas por las eminencias científicas, se me ponía la carne de gallina e intuía que había algo grande detrás de estas ideas: podía imaginar la trascendencia de su significado pero me faltaba la experiencia, o mejor dicho, me faltaba ser consciente de mi experiencia.

Cuando me enfoqué en aspectos más filosóficos o transpersonales y volví a escuchar o leer ideas parecidos sobre el “observador que somos” me encontré con una frase que me secuestraba la mente: “No vemos la vida como es, vemos la vida como somos".

No sé cual es su verdadera fuente, ha sido atribuida al Talmud, a Confucio, a Kant o a Krishnamurti. Incluso Jung, el famoso psiquiatra, dijo algo parecido en su estudio de la sombra (uno de sus arquetipos principales del inconsciente según la psicología analítica). En todo caso, me gusta la explicación que de esta cita hace Stephen Covey:

"Todos tendemos a pensar que vemos las cosas como son, que somos objetivos. Pero no es así. Vemos el mundo, no como es, sino como somos nosotros o como se nos ha condicionado para que lo veamos. Cuando abrimos la boca para describir lo que vemos, en realidad nos describimos a nosotros mismos, a nuestras percepciones, a nuestros paradigmas". 

El observador y la experiencia del coaching

Con el coaching profundicé y empecé a tomar conciencia de la experiencia que buscaba acerca de lo que supone un “cambio de observador transformacional”. 

Empezaba a darme cuenta de que cuando se empieza a cambiar la forma de ver las cosas, las cosas que se ven, empiezan a cambiar hacia un mundo más manso, más real.. .como si fuera un milagro. 

¿Es posible que mi ego tenga el super-poder de fabricar mundos diferentes al que realmente es y también de poner las experiencia como fundamentos (inventándose el concepto de tiempo, como decía Hawking), hasta percibir las cosas como él quiere que sean? El coaching me indica que así es.

La liberación de observar al observador

Empecé a encontrar respuestas y aprendí que la realidad que observamos depende de nuestras creencias, que estas creencias son las que luego proyectamos al mundo y que, afortunadamente cuando éstas nos limitan, podemos conversarlas durante una sesión de coaching, elevar la conciencia y diluir estos pensamientos que nos bloquean hasta generar ese cambio de observador que nos libera.

Ahora sé que a veces, este aprendizaje puede ser tan transformacional que uno decide reinventar su vida: cuando empiezas a cambiar el observador, las cosas que ves también empiezan a cambiar de forma milagrosa.

Decía Einstein, “Hay dos formas de ver la vida, en una no existen los milagros y en la otra todo es un milagro". Yo elijo quedarme con la segunda.

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