POR LYDIA VIDAL.
Que el lenguaje no es inocente, ya lo sabemos. Cada palabra que utilizamos tiene un impacto directo en las personas, en las decisiones que tomamos y en los resultados que obtenemos. Cada conversación puede construir o derrumbar puentes, abrir posibilidades o cerrar puertas.
En un mundo donde las interacciones son el eje central del trabajo en equipo y del liderazgo, el lenguaje se convierte en nuestra herramienta más poderosa.
Cuando somos conscientes del peso de nuestras palabras, comprendemos que no estamos simplemente intercambiando información. Estamos influyendo en emociones, motivaciones y comportamientos.
Aquí es donde entra en juego la inteligencia conversacional, un concepto que, al igual que la inteligencia emocional, requiere consciencia y aporta capacidad para navegar con éxito por la complejidad de las interacciones humanas.
Así como la inteligencia emocional nos permite reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás, la inteligencia conversacional nos ayuda a identificar y manejar el impacto de nuestras palabras en tiempo real.
Inteligencia conversacional implica estar atentos no solo a lo que decimos, sino a cómo lo decimos, y a cómo nuestras palabras pueden generar confianza, empatía y compromiso o, por el contrario, distanciamiento y resistencia. Implica, por tanto, escuchar de forma empática.
Por eso, el liderazgo consciente implica comprender que nuestras palabras tienen este poder, saber que, en cada interacción, las palabras que elegimos pueden transformar la energía de nuestro equipo y determinar el curso de los acontecimientos. El poder de la palabra, utilizada con consciencia, no solo guía acciones, sino que impulsa cambios profundos y sostenibles en el liderazgo.
Todo lo que sucede, sucede en una conversación
La conversación no es simplemente una herramienta, es la esencia de cómo se logran los cambios. Todo lo que sucede, sucede en una conversación, y cada interacción es una oportunidad para liderar con propósito y construir una cultura de crecimiento y colaboración.
Una organización es una red de conversaciones
Al dominar este arte de conversar, estaremos generando el espacio donde las ideas fluyen, las relaciones se fortalecen y los resultados se amplifican. La próxima vez que enfrentemos un desafío preguntémonos, ¿qué conversación está faltando aquí?
Lo contrario, no abrir conversaciones es genera graves riesgos en las organizaciones. Cuando evitamos hablar sobre temas importantes o incómodos, los problemas no desaparecen; simplemente se ocultan bajo la superficie, acumulando tensión y malentendidos.
La falta de diálogo crea brechas que distancian a los equipos, erosionan la confianza y limitan el potencial de colaboración y creatividad. Las decisiones se vuelven menos efectivas, y las oportunidades de aprendizaje y crecimiento se pierden. No abrir conversaciones estanca el progreso y perpetúa un ciclo de inacción y frustración que, a largo plazo, puede paralizar a las personas y a la organización.
¿Qué pasaría si cada interacción con tu equipo te permitiera resolver conflictos e inspirar confianza y dirección?
Tenemos en nuestras manos la capacidad de cambiar la dinámica de nuestro equipo y organización. Desarrollar nuestra inteligencia conversacional (y el coaching es una de las metodologías que lo hace) permite lo siguiente en los equipos y las organizaciones:
— 1. Generar confianza de manera inmediata: La confianza es el activo más valioso en un equipo. Con la conversación adecuada, puedes consolidar relaciones abiertas y transparentes.
— 2. Coordinar acciones sin fricciones: Mejorar la comunicación es la clave para reducir los malentendidos y mejorar la eficiencia del equipo.
— 3. Impulsar el cambio de manera efectiva: Las palabras tienen el poder de movilizar a las personas. Cada conversación puede ser el motor que impulse la innovación y el compromiso.
Ejercitando la inteligencia conversacional
Ahora te proponemos un ejercicio práctico individual, enfocado en mejorar la habilidad para identificar y abrir esas conversaciones necesarias por tu cuenta. El Poder del «Yo« en el Lenguaje.
Al comunicarte, utiliza declaraciones en primera persona que comiencen con «Yo« en lugar de «Tú» para expresar tus pensamientos y sentimientos.
Por ejemplo, en lugar de decir: “Tú no estás haciendo esto bien,” intenta reformularlo como: «Yo me siento preocupado por esto y creo que podríamos abordar el problema de otra manera». Esto no solo minimiza que la otra persona se sienta agredida y en lugar de pensar en «la cosa» se sitúe en un lugar para defenderse a sí misma, sino que también promueve un diálogo más abierto y empático.