Nos encontramos en momentos de incertidumbre, vivimos una situación nueva y no sabemos lo que ocurrirá: no podemos anticiparnos y no tenemos certezas de todo lo que está ocurriendo.
El coronavirus nos ha superado a todos.
En esta situación, estamos transitando por diferentes emociones: tristeza, rabia, miedo, también amor, confianza, sorpresa, alegría…
La utilidad de las emociones
Las emociones no solo nos ayudan a sobrevivir y a mantener nuestro estado de bienestar, sino que tienen un claro sentido adaptativo. Sabemos que las emociones forman parte constitutiva de nuestra forma de aprender y de desenvolvernos, nos ayudan a tomar decisiones y a construir el futuro.
De hecho, cada emoción es legítima y avisa de algo que es importante para nosotros. Por eso, es fundamental darnos tiempo para escuchar y entender que nos está pasando. De manera especial, es en los procesos de cambio donde es muy importante prestar atención a las emociones.
En situaciones de cambio, la negación es una fase habitual en casi todos los cambios no deseados. En este tema, nunca creemos o creíamos que nos fuera a afectar a nosotros.
Cuando nos damos cuenta de que sí nos puede afectar, podemos desarrollar una variante: la ira o la rabia. Aparecen claros momentos de tristeza por nuestros seres queridos, por la situación perdida, por el confinamiento…Y en especial seguro que nos reconocemos en muchos momentos con miedo.
¿Qué es el miedo?
El miedo es una emoción con la que nacemos, pero que se puede ir modulando a través de la propia educación, el entorno, la cultura, etc.
Sin una dosis de miedo no se sobrevive, un ser humano no puede no tener miedo, le sirve para adaptarse. De hecho, nos informa de que algo es importante para nosotros y no queremos perderlo.
El miedo resulta de la percepción de la amenaza, pero la amenaza en sí misma no existe. Tiene que ver con la percepción de mis recursos y, por tanto, tienen mucho que ver con el observador que estamos siendo del mundo.
Cuando el miedo supera cierto umbral, el ser humano se bloquea y se vuelve incapaz de reaccionar de forma adaptativa a los acontecimientos. El resultado de lo que podemos o no hacer actuará atenuando o agravando el miedo original, incidiendo directamente sobre la confianza que sentimos en nosotros.
Percepción de nuestros ¿Cuestión de recursos?
No basta con tener recursos hay que saber que uno los tiene. El miedo se supera cuando cambia nuestra evaluación de la realidad en relación con nuestras posibilidades de afrontamiento.
Se trata de ser consciente de cómo influye la historia que me estoy contando en mi miedo. Si acepto lo que me pasa con lo que pasa y escucho de que me habla mi miedo podré hacerme cargo de lo que necesito para adaptarme a lo que ocurre.
Por eso, en estos momentos resulta tan importante escucharnos y aceptar nuestro miedo ocupándonos de lo que sí depende de nosotros para afrontar la situación desde nuestros recursos buscando nuestra mejor versión.