Hace unos días, me regalaron esta pregunta: ¿existe un paralelismo entre el método científico y la metodología del coaching? Una curiosidad que le surgió a mi colega de EEC, Lydia Vidal, al revisar con su hija los pasos del método científico: observar, generar hipótesis, refutar, experimentar, alcanzar resultados…
Su pregunta también despertó mi inquietud, que he intentado responder en este artículo buscando puntos de encuentro entre el coaching (que en EEC practicamos e impartimos como metodología), y el método científico.
¿Qué es el método científico?
Podríamos decir que el método científico es una serie ordenada de procedimientos lógicos que utiliza la investigación para obtener nuevos conocimientos. Se trata de descubrir las relaciones internas y externas de los procesos de la realidad natural y social.
Esta metodología, que históricamente ha caracterizado a la ciencia, se desarrolla en varias fases que pueden variar según el campo de estudio y las necesidades concretas de cada caso. Desde mi punto de vista, como mínimo serían 5 las fases: observación, hipótesis, experimentación, conclusiones y comunicación.
El coaching y el método científico
1. Observación
La fase de observación implica realizar un análisis minucioso de las características de un hecho o un fenómeno apreciable. El investigador examina de forma atenta y rigurosa el fenómeno natural observado recopilando datos para su posterior estudio.
Si lo trasladamos al coaching, este periodo de observación podría relacionarse con esos momentos de la sesión donde el cliente/coachee (el “investigador”) describe el hecho o el asunto que le preocupa desde el observador que está siendo en cada momento durante el proceso de coaching.
Tal y como su propio nombre indica, el cambio de observador -que constituye la esencia del coaching- va colocando al cliente en un “lugar” distinto, permitiéndole una perspectiva diferente.
2. La formulación de una hipótesis
El investigador-científico alcanza la segunda fase del método científico, la formulación de hipótesis, una vez que se han llevado a cabo todas las observaciones pertinentes. Es el momento de formular una hipótesis a la luz de los datos obtenidos, lo que significa presentar una explicación posible y provisional de los hechos observados.
Si lo trasladamos al coaching, esta fase podría relacionarse con las interpretaciones que hace el coachee-investigador cuando responde a preguntas tipo:
- ¿Cómo estás viendo la situación?
- ¿Cúal es tu hipótesis?
- ¿Cómo interpretas estos hechos?
- ¿Qué dificultades tienes?
- ¿Qué te está pasando con lo que ocurre?
El coach facilita que el coachee explore su realidad actual y también le ayuda a definir qué necesita resolver para lograr el objetivo. Tanto científico como cliente de coaching utilizan esta fase para identificar y abordar el reto o el asunto a resolver.
3. La experimentación
Una vez que el investigador-científico formula la hipótesis, llevará a cabo esta tercera fase de experimentación para probarla y, sobre todo, para intentar refutarla. Solo en el caso de que no se consiga refutar la hipótesis, podrá anunciar que ésta es correcta, y podrá pasar a la siguiente fase.
Si lo trasladamos al coaching, esta fase podría relacionarse con los momentos en los que el coach asiste a su coachee-investigador en el diseño de acciones o “experimentos” a partir de los cambios de observador que va teniendo en el proceso.
Algunas preguntas que el coach puede utilizar para despertar en su coachee la motivación de experimentar podrían ser:
- ¿Qué vas a hacer con esta nueva hipótesis?
- Este descubrimiento que acabas de hacer, ¿a qué nuevas opciones te da paso?
- ¿Qué quieres experimentar de nuevo?
Por otro lado, ya hemos comentado la importancia de la refutabilidad en esta fase. En este sentido, se podría pensar que la metodología del coaching también posee esa capacidad para que toda hipótesis o proposición del coachee sea susceptible de ser falsada o refutada.
Por ejemplo, cuando cuestiona las creencias limitantes del coachee-investigador:
- ¿En qué te basas?
- ¿Qué evidencias tienes?
- ¿Cómo lo sabes?
Y también cuando ayuda a identificar recursos y posibles atascos:
- ¿Cómo podrías estar preparado si vuelve….?
- ¿Cómo vas a superar ese obstáculo?
- ¿Y si…?
4. Las conclusiones
Tras la organización y el análisis de los datos obtenidos a través de la experimentación y, si no ha sido posible refutarla, la hipótesis planteada se valida y se comprueba. Llega entonces la fase de emisión de conclusiones y la formulación de una teoría correspondiente que constituya un nuevo conocimiento científico… hasta que se demuestre lo contrario.
Si lo trasladamos al coaching, esta fase de conclusiones podríamos compararla con los momentos en los que el coachee-investigador profundiza y expande su conciencia. Es la fase en la que explora y registra su aprendizaje sobre su situación (el qué) y sobre sí mismo (el quién), para terminar emitiendo las conclusiones de su “investigación” desde un nuevo observador.
5. Comunicación de resultados
El último paso del método científico es la comunicación, que consiste en presentar y en publicar un informe final con las conclusiones alcanzadas.
Si lo trasladamos al coaching, podría relacionarse con el cierre del proceso de coaching cuando el coach pide a su coachee que busque a las personas con quienes va a compartir y comunicar sus descubrimientos para que puedan seguir apoyándole y dándole feedback de forma sostenible.
El coaching como metodología
Tras esta reflexión y análisis, y desde esta filosofía de la ciencia, diría que sí hay cierta relación entre el método científico y la metodología del coaching. Gracias Lydia por tu pregunta y también por dejarme este espacio para mi respuesta. De todas formas, como decia Albert Einstien: