¿Cómo conversar con los adolescentes afectados por la Dana? ¿Cómo acompañarlos?
Una situación tan complicada como la que se ha vivido en Valencia necesita de un acompañamiento especializado dependiendo de cómo le haya afectado a cada persona. En nuestra profesión como coaches sabemos que hay determinadas circunstancias traumáticas que sólo han de ser tratadas por profesionales del ámbito de la salud, como son los psicólogos.
Y hay otras circunstancias en las que los coaches podemos aportar ideas, planteamientos o recursos que pueden ser utilizados por las familias para saber cómo enfocar determinadas conversaciones sobre todas estas circunstancias que les han rodeado.
Ante una situación de pérdida tan terrible, como la que han vivido tantas familias, la reacción normal es la negación, la rabia, el miedo, la frustración o la tristeza.
Para afrontar estas emociones inevitables es importante dejar espacios para el desahogo y que se pueda hablar de lo que cada uno siente sin que el resto les juzgue porque no sientan lo mismo.
Ahí los padres ayudan mucho si dejan espacio para este tipo de conversaciones. Tampoco ha de convertirse en el único tema, y que sólo se hable de esto todo el tiempo. Puede ayudar encontrar momentos donde todos se expresen sin condiciones y después vuelvan a la tarea o a otros temas de interés para cada uno.
También es importante que los padres se conciencien de cómo ellos viven en la intimidad la situación, porque sus hijos van a detectar más cómo lo viven y se sienten, que cómo les dicen a ellos que han de vivirlo. Los hijos copian lo que perciben en los adultos. Por eso es importante que, para poder cuidar al hijo, también se cuide el adulto.
Es importante que los adultos se permitan también esos espacios para el desahogo y pidan ayuda. Si ellos no piden ayuda no dan el ejemplo preciso para que los jóvenes se dejen ayudar.
Encontrando algo entre tanta pérdida
Cuando esos sentimientos más negativos van aminorando su intensidad puede ser un buen momento para empezar a hablar de que, en medio de tanta pérdida, puede haber un «al menos no hemos perdido…».
La tristeza nos conecta con los valores esenciales de cada uno, por eso decimos eso de que hasta que no lo pierdes, no lo valoras. Así que podemos empezar también a hablar con los hijos sobre los valores que ponen al descubierto las perdidas, lo esencial que a veces no valoramos, como por ejemplo la familia y el vínculo que nos une, la vecindad, la solidaridad.
Deshago, vínculos y valores… de esta forma sentiremos cómo de toda esta difícil situación, los más jóvenes pueden sacar también un aprendizaje positivo que les pueda fortalecer el resto de sus vidas.
