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Una historia más, coaching en primera persona

Martín Fussi
Executive Coach por EEC

Una historia más y no es más que eso. Una historia que quiero compartir para que puedas encontrar algo que te sea de utilidad en estos tiempos que nos toca vivir. Quisiera empezar compartiendo una parábola que encontré hace ya algunos años, pero que tiene mucho sentido en estos días, o al menos para mi.

La parábola del río y el desierto

Se dice que un río, después de haber recorrido un trayecto de montes y campos, llegó a las arenas de un desierto y, de la misma forma que había intentado cruzar otros obstáculos que había hallado en el camino, empezó a atravesarlo. Pero sucedió que se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en la arena tan pronto entrara en ella. Aun así, estaba convencido de que su destino era cruzar el desierto, pero no hallaba la forma de hacerlo. Entonces oyó una voz que decía:

– El viento cruza el desierto y también lo puede hacer el río.
– Pero el viento puede volar y yo no. Soy absorbido por las arenas.
– Si te lanzas con violencia como has hecho hasta ahora -continuó la voz— no conseguirás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en pantano. Debes dejar que el viento te lleve a tu destino.
– Pero ¿cómo es posible esto?
– Debes consentir ser absorbido por el viento.

Esta idea no era aceptable para el río. Él, nunca había sido absorbido y no quería perder su individualidad.

– ¿Cómo puedo saber con certeza si una vez perdida mi forma, la podré volver a recuperar?
– El viento cumple su función. Eleva el agua, la transporta a su destino y la deja caer en forma de lluvia. El agua vuelve nuevamente al río.
– Pero ¿no puedo seguir siendo siempre el mismo río que soy ahora?
– Tú no puedes, en ningún caso, permanecer siempre así -continuó la voz-. —Tu esencia es transportada y forma un nuevo río.

El río no lo veía claro, pero tampoco quería ser pantano o desaparecer. Así es que, en un acto de confianza, elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, quien, gentil y fácilmente, lo elevó hacia arriba y lejos, volviendo a dejarlo caer en la cima de una montaña, muchos kilómetros más allá.

El río sorprendido, al fin entendió:

– Mi esencia es el agua, sea en el estado que sea. La transformación me ha permitido continuar siendo el mismo. Si no me hubiera transformado, me hubiera perdido.

Todos, como el río, debemos aceptar que es preciso cambiar y transformarnos para proteger y mantener nuestra esencia.

Personalmente, me siento muy identificado y te cuento por qué.

Hasta el 14 de marzo del 20, me encontraba como el rio, a veces fluyendo y por momentos a trompicones, pero básicamente haciendo camino. Hasta que todos nos hemos encontrado con este desierto llamado Covid-19. Confieso que mi primera reacción fue la parálisis, de la misma forma que queda un conejo cuando se le enfoca con una luz potente. Una vez pasado el shock, si es que se puede decir, encerrado en mi casa, me dedique a hacer básicamente dos cosas:

  1. En lo que hoy veo como un vano intento de poner algo de certidumbre en medio de toda esta locura, me dediqué a consumir todo tipo de noticias.
  2. No paraba de conversar con una gran cantidad de personas de distintos lugares.

De estas dos actitudes he sacado dos reflexiones:

— La primera, me estaba auto-infringiendo una “infoxicación aguda”. Es decir, me estaba sobresaturando de información, de la que, en muchas ocasiones, ni siquiera podía constatar su veracidad. Todo esto me conducía a tener pensamientos catastrofistas y me dejaba en un espacio emocional muy perturbador. Creo que es importante estar informado, que no infoxicado.

— La segunda, conversando con personas con realidades tan diversas, me he dado cuenta de que no estamos en el mismo barco. Puede que estemos en el mismo océano, y en ese océano algunos están en un velero, otros en lancha, otros cogidos a un trozo de madera y otros, sencillamente, nadando con todas sus fuerzas.

Rescato que es importante estar alerta y ser cauteloso con aquello que pensamos.

— «Cuidado con aquello que piensas, porque acabará siendo», William Shakespeare

En estos tiempos es imprescindible desarrollar y elevar nuestro nivel de empatía pues, aunque estamos en un contexto común, mundial y compartido, hay realidades muy diferentes.

Aprendiendo a montar en bici

Con permiso de mi amigo y compañero Fernando quiero compartir la anécdota de cuando le enseñó a andar en bicicleta a su hijo. Resulta que iban al parque con el niño y su bicicleta, el papi le observaba y cuando veía que estaba cerca de un árbol le decía: «Contra el árbol no, contra el árbol no», y una vez qué el ponía el árbol en escena, el niño iba directamente contra el árbol.

Los coaches siempre invitamos a nuestros clientes a declarar un reto en positivo, no hay demasiada utilidad en lo que no queremos y que nuestro cerebro tiene dificultades en procesar el “No”.

Ojalá esta reflexión te sea de utilidad para declarar un reto en positivo en tu vida en este momento.

Creo que nadie es ajeno a lo que se repite en los medios acerca de “La nueva normalidad”. Ahora mismo en nuestra sociedad y sin demasiado tiempo para procesar las pérdidas, nos enfrentamos al reto de ir hacia esta “nueva normalidad” sin una idea clara de cómo va a ser. Y es normal que esto cree una sensación de incertidumbre total.

Escuchaba a un político resistiendo avanzar hasta no tener certezas científicas y, el problema, es que creo que de momento no las hay.

Sobre incertidumbre y control

A todos nos gusta pensar que ejercemos control sobre nuestras vidas. Y en cierta medida es cierto que podemos diseñar futuros posibles, pero el futuro en sí, eso está muy lejos de poderse controlar.

En los tiempos en que me formaba como coach, recuerdo que un antiguo maestro compartió la metáfora del trapecista, algo que me hizo mucho sentido con la vida.

La metáfora del trapecista

El trapecista se balancea seguro y armonioso en su columpio, hasta el momento en el que tiene que soltarlo y quedar en el aire por unos segundos hasta poder cogerse al siguiente, en otras palabras, hay un pequeño momento de incertidumbre, el momento que esta en el aire hasta que llega a alcanzar el siguiente columpio.

Él decía, ésta es la sensación que muchos podemos tener en algunos momentos de la vida, pero la realidad es que vivimos en el aire todo el tiempo. Creo que el Covid-19 da perfectamente cuenta de ello.

Está claro que no tenemos control. Ahora lo que sí, está dentro del rango de cosas que podemos hacer, es aceptar. Pero ¿aceptar qué?

  1. Las pérdidas: ¿quién no a perdido algo con toda esta situación?
  2. La nueva normalidad a la que como sociedad e individualmente también todos nos enfrentamos.
—«No es el cambio lo que produce dolor, sino la resistencia a él», Buda
—«Lo que resistes, persiste, pero lo que aceptas, se transforma», Jung

Falta de certidumbre

Otra idea que quiero traer es acerca de la palabra incertidumbre. He visto muchas acepciones de esta palabra y hoy elijo quedarme con la acepción de la RAE que dice: Incertidumbre = «Falta de certidumbre».

Y nada más, no dice nada acerca de la confianza o falta de ella.

Así que, puestos aquí, lo quiero unir con la parábola y pedirte que seamos como el río, que confió en el viento y, a partir de esto, empecemos a construir futuros desde un pensamiento más posibilitador.

Aunque el panorama no es alentador, no sabemos lo que va a pasar, creo que es más útil y funcional pensar en positivo y confiar, para atraer lo mejor hacia nosotros. Veo mucha gente paralizada y expectante de ver qué pasa en el mundo, y creo que esto no es muy funcional.

Colonia, 1975

La fría noche de el 24 de enero 1975, el músico de jazz Keith Jarrett tiene que dar un concierto en la Ópera de Colonia. Llega con poca antelación, solo dos horas antes del concierto, y se da cuenta de que el panorama no es demasiado alentador. Lo único que se parecía a lo que él había pedido para dar el concierto, era la marca del piano: no coincidía el modelo y, además de estar desafinado, los pedales del instrumento no funcionaban correctamente.

El músico se negó a dar el concierto, pero Vera Brandes, la promotora del concierto, una adolescente de apenas 17 años le convenció para que lo hiciera. El resultado, lo que parecía iba a ser un verdadero desastre, es en realidad una obra maestra del jazz: el concierto de Köln. Es probable que pienses que Keith sea excepcional, y de hecho lo es, pero la situación no.

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Comentarios
Mercedes Cisneros - 18-02-2021 10:24 Responder
Maravilloso post, Martin. ¡Mil gracias por compartir tus reflexiones! Un abrazo.
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