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Tomarse el tiempo de celebrar en el trabajo no es un juego de niños

Que un niño pequeño pinte dentro de las líneas o suba un tramo entero de escaleras, que un adolescente llegue a su hora o se termine un libro... Cuando reconocemos que alguien está en un proceso de aprendijaze nos resulta fácil reconocer cada paso como un éxito y lo celebramos de forma natural.  

¿Qué nos pasa que, cuando alcanzamos la edad adulta, se nos olvida celebrar lo que hemos hecho bien? 

La vida nos arrastra a una productividad infinita, a un «estar haciendo» permanente sin descanso y la autoexigencia no nos deja ver los pequeños grandes logros del día a día.

Pasamos más tiempo mirando lo que hacemos mal, nos cuesta hacer, lo que no nos gusta de nosotros mismos (y de los demás) que reconociendo lo que sí hemos conseguido o hecho completamente bien. 

No es fácil bajar el volumen del diálogo interno de insatisfacción y de queja, pero hay modos de aproximarse.  

¿Celebrar y fabricar alegría?  

¿Has notado lo bien que te sientes cuando alguien te reconoce que te salió bien la presentación o manejaste con calma una conversación difícil?  

Celebrar los logros personales y profesionales impacta de forma positiva en el bienestar e, integrar esta práctica en la cultura organizacional, lo tiene sobre la motivación, la satisfacción y el rendimiento. 

Reconocer el proceso, el paso dado, lo avanzado, hablar de lo positivo, de lo que sí hay, de las personas que sí están es como fabricar alegría.

Celebrar y fabricar alegría para generar conexión, confianza, transparencia, compromiso y sensación de pertenencia.

Tú también generas cultura

Todo lo que hacemos dentro de la organización es cultura de la organización. Por eso, generar una cultura de celebración dentro de una organización es un proceso que requiere la participación activa de todos sus miembros, desde Recursos Humanos, pasando por los managers y, también, por cada empleado.

Cada uno de nosotros tenemos plena responsabilidad sobre nuestra propia contribución al ambiente laboral. 

¿Cómo lo puedes hacer tú? No esperes solo a las grandes victorias; celebra también los pequeños pasos adelante:

  • puede ser que regales un feedback positivo a un compañero: le comentes específicamente lo que te ha gustado de lo que ha dicho o hecho.
  • puede ser que te pares a mirar en detalle lo bien que te ha quedado una tarea y te digas a ti mismo «¡vamos!» sacando puño al estilo de Nadal.

Celebrar para evitar el estrés

—«Completé el proyecto antes del plazo previsto y por debajo del presupuesto indicado, y mi mananger no le ha dado ninguna importancia».

Frases como esta, que seguramente podríamos escuchar en la mayoría de las organizaciones, están cargadas de desilusión, desmotivación, falta de valoración y pueden desembocar en que las personas dejen de arrimar el hombro, ya que sienten que sus esfuerzos nunca son apreciados.

Según la American Psychological Association, el reconocimiento positivo y la celebración activan las mismas áreas del cerebro que responden a recompensas.

Y visto así, dos preguntas: ¿De qué manera estás contribuyendo tú al ambiente laboral? ¿Cómo podrías poner en marcha prácticas relacionadas con la celebración de los éxitos? ¿Cuándo, con quién, respecto a qué tema?

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