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Pérdida, crisis o cambio... ¿Quién no pasa por un duelo?

Alicia Morales
Executive Coach por EEC
PCC por ICF

El duelo es una experiencia universal que se manifiesta como una reacción normal ante una pérdida, real o imaginaria, y que incluye reacciones psicológicas, físicas y sociales de diferente magnitud e intensidad.

El duelo es un concepto que no solo va a  asociado al fallecimiento o enfermedad, sino que puede originarse por muchos motivos, como causas profesionales, por un despido, o personales, por un divorcio. Así, el duelo no solo puede ser una pérdida, también una crisis o un cambio.

En definitiva, y en términos de coaching, el duelo es un quiebre, pues rompe la transparencia. Ante esta disparidad de causas que pueden desatar un proceso de duelo, sugiero que como coaches, tengamos presente que a lo largo de nuestra trayectoria posiblemente tratemos con clientes de coaching que están inmersos en un proceso de duelo y que en estos procesos nuestra labor es fundamental.

Acampañar el duelo en coaching

El apoyo que brindemos como coaches puede ayudar a prevenir secuelas psicológicas y a evitar que se convierta en un duelo patológico ya que, según un estudio, cuanto mayor es la percepción de apoyo recibido menores son las secuelas psicológicas.

Acompañar a personas que pasan por un duelo requiere trabajar la responsabilidad, la confianza, las expectativas, las peticiones, el compromiso, el dolor frente al sufrimiento, la vulnerabilidad, el resentimiento y la generosidad.

También asegurarnos de que el duelo aflora y que no se retrasa dominado por obstáculos como las creencias limitantes, la hiperactividad, la idealización del pasado o la minimización del problema. Otro punto importante del trabajo del coach en los procesos de duelo es explicar el ciclo y acompañar al coachee en todas las fases, aceptando si da un paso atrás y, ante todo, acompañándole para que no se estanque en una etapa.

Las etapas del duelo

Sobre las etapas del duelo, que fueron identificadas por primera vez por la psiquiatra Elisabeth Kúbler-Ross, valoremos que, si bien, tienen cierto orden, la duración de cada una de ellas varía de una persona a otra. En función de la etapa en la que se encuentre la persona a la que  acompañamos, podemos realizar labores distintas.

Si la persona está en la fase de negación, en la que no acepta la pérdida o el cambio, el coach puede  ayudar a desbloquear la emoción, ya que sin emoción no puede pasar al resto de etapas.

En la fase de enfado la persona suele estar en un estado de descontento, de rabia y tiende a la culpabilidad. Dejar que el coachee ventile y ser observadores de la conversación que hay detrás y estudiar sus creencias limitantes son algunas de las cosas que puede hacer un coach.  La tristeza es la emoción que más nos conecta con la lucidez, es ahí cuando la persona toma consciencia de la pérdida. En esta fase podemos  acompañar al coachee, estando presente, legitimando su emoción.

La fase de aceptación supone un cambio de visión. Por primera vez, la persona pasa a un primer plano, ya no se identifica con la pérdida, que asume como inevitable. En este momento, trabajemos el aprendizaje transformacional y hagamos con el coachee un recorrido de las fortalezas aprendidas y de las cosas que puede aplicar en el futuro. 

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