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¿Para qué digo sí cuando quiero decir no?

Manuela Rama
Executive Coach por EEC
PCC por ICF
Académico y Desarrollo de negocio

 A veces ser transparente y honesto con uno mismo se convierte en un auténtico y retador desafío. Nos encontramos cotidiamente en situaciones, tanto en el ámbito profesional como el personal, en las que la vida nos plantea la dicotomía de responder con un Si o No.

Un sí o no para dar respuesta a una petición, un ofrecimiento, un reclamo, o incluso, una actitud que puede venirnos de nuestros jefes, colaboradores, clientes, proveedores, hijos, amigos, padres, hermanos, vecinos…

En definitiva, de personas que nos encontramos a lo largo de nuestro camino de vida.

En algunas ocasiones, las afrontamos con cierta dificultad, pudiendo llegar a generarnos tensión interna cuando nuestra mente nos habla y nos cuestiona: ¿vas a decir sí, o vas decir no?

Reservas de valentía

Es aquí dónde abrimos paso al dilema que solo lograremos resolver si echamos mano de una dosis de las reservas disponiblec de valentía que dispongamos.

Podemos entender la honestidad como una cualidad inherente al ser humano que consiste en actuar de acuerdo a como se piensa y se siente, es decir, en estar en coherencia, en paz y en armonía con uno mismo y, también, sintiendo la integración de la mente y el corazón.

Siendo uno y no dos

Desde esa mirada, cuando ante una petición, reclamo y/o oferta de alguna persona de nuestra entorno “decimos sí” cuando en el fondo de nuestro ser escuchamos una vovecita interior que nos dice “di no”, estamos siendo víctimas de la manipulación de nuestro ego.

Entramos en ese instante en falta de coherencia con nosotros mismos, generando emociones que nos alejan de la paz y el bienestar emocional. Sólo si soy consciente de ello, puedo libre y responsablemente volver a entrar en coherencia y elegir decir sí y/o no, si es la respuesta que quiero dar.

Nuestra cosnciencia es nuestra libertad

Cuando nuestro modo automático es decir Sí, el empezar a decir No, nos abre a un mundo descoconocido y nos impulsa a ampliar nuestra zona de confort en la que estamos instalados. Hay un factor que pesa considerablemente y es atrevernos a decir No en un entorno en el que la mayoría dice o diría SI. En estos contextos decir No  puede resultar un peso pesado para nuestro cuerpo, mente y alma.

Uno de nuestros aprendizajes,  está en poder decir no y no sentirnos culpables, manteniendo intactos los lazos afectivos con esas personas a las que les decimos no.

Para que esto ocurra, necesitamos creer que es tan legítimo decir SÍ como decir No. Y desde esa creencia expresar lo que pensamos y sentimos teniendo en cuenta nuestras necesidades y sentimientos y la de los demás. Soltando el temor a ser juzgados.

Decir sí cuando queremos decir no, o vicerversa, decir no cuando queremos decir sí, puede generar insatisfacción personal, minar nuestra capacidad de autoestima y potenciar nuestro nivel de estrés improductivo. Por tanto, es importante desarrollar la habilidad de expresar nuestras elecciones de forma honesta y transparente.

Estar en contacto con nuestra voz interior, potenciar la asertividad y cambiar aquellas creencias sociales que nos empujan a ver y entender el acto de  poner límites a través del “NO” significa ser una persona tiran, insensible, y soberbia.

Nos resultará más fácil decir No si pensamos en las razones del no y reconocemos nuestra capacidad de manifestarlo sin molestar a los demás.

El hecho de pensar el no, es un acto que surge de nuestra libertad, conlleva una reflexión y ponderación entre los costes y beneficios de esa declaración del no. Para que esto ocurra, previamente hemos contemplado el Sí afirmativo como una posibilidad.

Declarar un NO RESPONSABLE, parte de la premisa de haber valorado la POSIBLIDAD de un Sí, de haber tenido la valentía y el coraje de imaginar que ocurriría si dijera si.

Ser fiel a lo que pensamos y sentimos, nos hace seres únicos y no tiene porque suponer un alejamiento de los demás.

A lo largo de nuestra vida afrontamos Noes, y Síes, ellos nos definen. Al decir No establecemos límites, fronteras, al afirmarmos mostramos lo que verdaderamente nos importa. Decir no a alguna cosa es decir sí a otra.

Nuestros VALORES estan implícitos en cada una de nuestras declaraciones. Por ese motivo, cuando la mente nos dice no, y el corazón sí, o decir sí con la cabeza cuando el corazón dice no, pueden entrar en conflicto algunos de nuestros valores más esenciales, generando una cierta incomodidad en nuestro foro interno.

¿Por qué decimos sÍ, cuando queremos decir no? ¿Cuál es la emoción que empuja con fuerza a la acción de declarar un sÍ? Parece ser que la raíz emocional que moviliza y articula el SÍ en vez del NO, es el Miedo.

Nos mueven una amalgama de miedos:

  • Miedo a que si digo que no se puede enfadar.
  • Miedo a sentirnos culpables.
  • Miedo a parecer o ser egoísta.
  • Miedo a que el otro se sienta ofendido.
  • Miedo a defraudar las expectativas del otro.
  • Miedo a ser rechazado.
  • Miedo a no ser aceptados, a no ser amados.
  • Miedo a equivocarme en la elección.

¿Te identificas con alguno de ellos? 

Os invito a una reflexión, extraída del libro  “Saber decir No”, de Francesc Torralba, doctor en filosofía:

  • Digo sí, ¿cuando realmente quiero decir síi?
  • Digo no ¿cuando realmente quiero decir no?
  • ¿Para qué y por qué digo sí, si quiero decir no?
  • ¿Para qué y por qué digo no, si quiero decir si?
  • ¿Qué necesito para ser transparente y honesto en la comunicación conmigo mismo y con los demás?

“El hombre libre es el hombre sublevado y lo que lo caracteriza es la capacidad de decir no, de oponerse a lo que se espera de él, de hacer de su vida un proyecto personal y tener la audacia de defender la propia singularidad y no desintegrarse en el Todo social”, Albert Camus.

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