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Padres motores impulsores del talento en adolescentes

Por  Rosa Barriuso, coach en la EEC y experta en adolescentes Con esta reflexión, así como con los programas que coordino en la Escuela Europea de Coaching, mi intención es ayudar a padres, educadores y también a los propios jóvenes a: -             Pasar del control absoluto a la confianza y comunicación -             Construir una relación basada en la aceptación, el refuerzo positivo -             Dejar de juzgar a nuestro hijo, de obligarle a ser un mini “yo -             Mantener límites educativos desde el cariño -             Enseñar el difícil equilibrio entre independencia y responsabilidad El punto de partida es entender la adolescencia como una etapa de cambio. Como frente al cambio surge la incertidumbre la inseguridad. Los chicos se apoyan en sus referentes que en este momento vital, y ya no están sólo en casa. También están en los ídolos musicales,   deportivos, en los amigos... Sin embargo, como padres vemos que el  contexto social, económico no es muy halagüeño.  Realmente en estos momentos la sociedad muestra una crisis en los referentes que ofrece, no hay nada más que ver la televisión, la prensa, las películas... Y frente a esto tenemos unos jóvenes deseosos de encontrar su lugar en el mundo. Las noticias que trascienden hablan de negatividad y todo lo positivo que muchas personas impulsan permanece en el anonimato. Por ejemplo, el elevado número de personas que en estos momentos desarrollan labores solidarias, los emprendedores que crean nuevas actividades, las empresas que se comprometen con sus empleados, las que desarrollar acciones de responsabilidad social corporativa... Esto no trasciende a penas. Los mensajes en general son desesperanzados... ¿Y podemos cambiar esto? Creo que en el núcleo familiar no se puede cambiar toda la marea social que nos envuelve, pero sí se puede crear el micro-entorno en el que el chico puede conectar con su valor, con su diferenciación y, en definitiva, con su talento. Las claves para lograr esto desde lo que el coaching nos proporciona pueden ser muchas, ya habrá que ver las peculiaridades de cada familia y de cada chico, pero puestos a proponer algún peldaño para esta larga escalera elegimos los siguientes. 1.- Creer que es posible   Si como padres, no nos convencemos de que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, va a ser muy difícil que ellos se los crean. Aunque su actitud hacia nosotros a veces es de rebeldía, nuestra opinión les importa mucho, aunque no lo reconozcan.  No estoy proponiendo que se apoyen ideas irracionales, sí que podamos permitirnos pesar "y si sí fuera posible..." 2.- Aceptación y respeto: Cuanto más domesticamos a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza más difícil se lo ponemos para que conecten con su verdadero talento.  Sólo desde esta perspectiva de la aceptación plena e incondicional, brota lo mejor de cada persona que hay en él. 3.- Confianza La confianza como nutriente de la auto-estima, es la sal imprescindible de este guiso. ¿Podéis imaginar una persona que sea capaz de reconocer su talento cuando la mirada de las personas a las que más quiere es de desconfianza? 4.- Aprender de los errores En esta etapa el adolescente experimenta opciones. Se aleja de su imagen de niño e intenta explorar nuevas alternativas de cara al adulto en el que, de forma no siempre consciente, se quiere convertir. Y como es lógico cuando se exploran paisajes desconocidos, unas veces se acierta y otras no.   Si sumamos estos peldaños y creemos que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, les aceptamos tal y como son con sus luces y sus sombras y los amamos también en sus diferencias, si confiamos en van a ser capaces a pesar de equivocarse una y otra vez, sin poner límite a esa confianza, ¿no creéis que podemos estar siendo unos claros motores de su desarrollo y de que conecten con sus talentos?   En la EEC, Rosa Barriuso coordina tres programas:
  • Escuela de Padres
  • Programa de Especialización en Adolescentes y Familias  
  • Teen Class: Técnicas de Coaching para Adolescentes
 Por  Rosa Barriuso, coach en la EEC y experta en adolescentes Con esta reflexión, así como con los programas que coordino en la Escuela Europea de Coaching, mi intención es ayudar a padres, educadores y también a los propios jóvenes a: -             Pasar del control absoluto a la confianza y comunicación -             Construir una relación basada en la aceptación, el refuerzo positivo -             Dejar de juzgar a nuestro hijo, de obligarle a ser un mini “yo -             Mantener límites educativos desde el cariño -             Enseñar el difícil equilibrio entre independencia y responsabilidad El punto de partida es entender la adolescencia como una etapa de cambio. Como frente al cambio surge la incertidumbre la inseguridad. Los chicos se apoyan en sus referentes que en este momento vital, y ya no están sólo en casa. También están en los ídolos musicales,   deportivos, en los amigos... Sin embargo, como padres vemos que el  contexto social, económico no es muy halagüeño.  Realmente en estos momentos la sociedad muestra una crisis en los referentes que ofrece, no hay nada más que ver la televisión, la prensa, las películas... Y frente a esto tenemos unos jóvenes deseosos de encontrar su lugar en el mundo. Las noticias que trascienden hablan de negatividad y todo lo positivo que muchas personas impulsan permanece en el anonimato. Por ejemplo, el elevado número de personas que en estos momentos desarrollan labores solidarias, los emprendedores que crean nuevas actividades, las empresas que se comprometen con sus empleados, las que desarrollar acciones de responsabilidad social corporativa... Esto no trasciende a penas. Los mensajes en general son desesperanzados... ¿Y podemos cambiar esto? Creo que en el núcleo familiar no se puede cambiar toda la marea social que nos envuelve, pero sí se puede crear el micro-entorno en el que el chico puede conectar con su valor, con su diferenciación y, en definitiva, con su talento. Las claves para lograr esto desde lo que el coaching nos proporciona pueden ser muchas, ya habrá que ver las peculiaridades de cada familia y de cada chico, pero puestos a proponer algún peldaño para esta larga escalera elegimos los siguientes. 1.- Creer que es posible   Si como padres, no nos convencemos de que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, va a ser muy difícil que ellos se los crean. Aunque su actitud hacia nosotros a veces es de rebeldía, nuestra opinión les importa mucho, aunque no lo reconozcan.  No estoy proponiendo que se apoyen ideas irracionales, sí que podamos permitirnos pesar "y si sí fuera posible..." 2.- Aceptación y respeto: Cuanto más domesticamos a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza más difícil se lo ponemos para que conecten con su verdadero talento.  Sólo desde esta perspectiva de la aceptación plena e incondicional, brota lo mejor de cada persona que hay en él. 3.- Confianza La confianza como nutriente de la auto-estima, es la sal imprescindible de este guiso. ¿Podéis imaginar una persona que sea capaz de reconocer su talento cuando la mirada de las personas a las que más quiere es de desconfianza? 4.- Aprender de los errores En esta etapa el adolescente experimenta opciones. Se aleja de su imagen de niño e intenta explorar nuevas alternativas de cara al adulto en el que, de forma no siempre consciente, se quiere convertir. Y como es lógico cuando se exploran paisajes desconocidos, unas veces se acierta y otras no.   Si sumamos estos peldaños y creemos que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, les aceptamos tal y como son con sus luces y sus sombras y los amamos también en sus diferencias, si confiamos en van a ser capaces a pesar de equivocarse una y otra vez, sin poner límite a esa confianza, ¿no creéis que podemos estar siendo unos claros motores de su desarrollo y de que conecten con sus talentos?   En la EEC, Rosa Barriuso coordina tres programas:
  • Escuela de Padres
  • Programa de Especialización en Adolescentes y Familias  
  • Teen Class: Técnicas de Coaching para Adolescentes
 Por  Rosa Barriuso, coach en la EEC y experta en adolescentes Con esta reflexión, así como con los programas que coordino en la Escuela Europea de Coaching, mi intención es ayudar a padres, educadores y también a los propios jóvenes a: -             Pasar del control absoluto a la confianza y comunicación -             Construir una relación basada en la aceptación, el refuerzo positivo -             Dejar de juzgar a nuestro hijo, de obligarle a ser un mini “yo -             Mantener límites educativos desde el cariño -             Enseñar el difícil equilibrio entre independencia y responsabilidad El punto de partida es entender la adolescencia como una etapa de cambio. Como frente al cambio surge la incertidumbre la inseguridad. Los chicos se apoyan en sus referentes que en este momento vital, y ya no están sólo en casa. También están en los ídolos musicales,   deportivos, en los amigos... Sin embargo, como padres vemos que el  contexto social, económico no es muy halagüeño.  Realmente en estos momentos la sociedad muestra una crisis en los referentes que ofrece, no hay nada más que ver la televisión, la prensa, las películas... Y frente a esto tenemos unos jóvenes deseosos de encontrar su lugar en el mundo. Las noticias que trascienden hablan de negatividad y todo lo positivo que muchas personas impulsan permanece en el anonimato. Por ejemplo, el elevado número de personas que en estos momentos desarrollan labores solidarias, los emprendedores que crean nuevas actividades, las empresas que se comprometen con sus empleados, las que desarrollar acciones de responsabilidad social corporativa... Esto no trasciende a penas. Los mensajes en general son desesperanzados... ¿Y podemos cambiar esto? Creo que en el núcleo familiar no se puede cambiar toda la marea social que nos envuelve, pero sí se puede crear el micro-entorno en el que el chico puede conectar con su valor, con su diferenciación y, en definitiva, con su talento. Las claves para lograr esto desde lo que el coaching nos proporciona pueden ser muchas, ya habrá que ver las peculiaridades de cada familia y de cada chico, pero puestos a proponer algún peldaño para esta larga escalera elegimos los siguientes. 1.- Creer que es posible   Si como padres, no nos convencemos de que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, va a ser muy difícil que ellos se los crean. Aunque su actitud hacia nosotros a veces es de rebeldía, nuestra opinión les importa mucho, aunque no lo reconozcan.  No estoy proponiendo que se apoyen ideas irracionales, sí que podamos permitirnos pesar "y si sí fuera posible..." 2.- Aceptación y respeto: Cuanto más domesticamos a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza más difícil se lo ponemos para que conecten con su verdadero talento.  Sólo desde esta perspectiva de la aceptación plena e incondicional, brota lo mejor de cada persona que hay en él. 3.- Confianza La confianza como nutriente de la auto-estima, es la sal imprescindible de este guiso. ¿Podéis imaginar una persona que sea capaz de reconocer su talento cuando la mirada de las personas a las que más quiere es de desconfianza? 4.- Aprender de los errores En esta etapa el adolescente experimenta opciones. Se aleja de su imagen de niño e intenta explorar nuevas alternativas de cara al adulto en el que, de forma no siempre consciente, se quiere convertir. Y como es lógico cuando se exploran paisajes desconocidos, unas veces se acierta y otras no.   Si sumamos estos peldaños y creemos que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, les aceptamos tal y como son con sus luces y sus sombras y los amamos también en sus diferencias, si confiamos en van a ser capaces a pesar de equivocarse una y otra vez, sin poner límite a esa confianza, ¿no creéis que podemos estar siendo unos claros motores de su desarrollo y de que conecten con sus talentos?   En la EEC, Rosa Barriuso coordina tres programas:
  • Escuela de Padres
  • Programa de Especialización en Adolescentes y Familias  
  • Teen Class: Técnicas de Coaching para Adolescentes
 Por  Rosa Barriuso, coach en la EEC y experta en adolescentes Con esta reflexión, así como con los programas que coordino en la Escuela Europea de Coaching, mi intención es ayudar a padres, educadores y también a los propios jóvenes a: -             Pasar del control absoluto a la confianza y comunicación -             Construir una relación basada en la aceptación, el refuerzo positivo -             Dejar de juzgar a nuestro hijo, de obligarle a ser un mini “yo -             Mantener límites educativos desde el cariño -             Enseñar el difícil equilibrio entre independencia y responsabilidad El punto de partida es entender la adolescencia como una etapa de cambio. Como frente al cambio surge la incertidumbre la inseguridad. Los chicos se apoyan en sus referentes que en este momento vital, y ya no están sólo en casa. También están en los ídolos musicales,   deportivos, en los amigos... Sin embargo, como padres vemos que el  contexto social, económico no es muy halagüeño.  Realmente en estos momentos la sociedad muestra una crisis en los referentes que ofrece, no hay nada más que ver la televisión, la prensa, las películas... Y frente a esto tenemos unos jóvenes deseosos de encontrar su lugar en el mundo. Las noticias que trascienden hablan de negatividad y todo lo positivo que muchas personas impulsan permanece en el anonimato. Por ejemplo, el elevado número de personas que en estos momentos desarrollan labores solidarias, los emprendedores que crean nuevas actividades, las empresas que se comprometen con sus empleados, las que desarrollar acciones de responsabilidad social corporativa... Esto no trasciende a penas. Los mensajes en general son desesperanzados... ¿Y podemos cambiar esto? Creo que en el núcleo familiar no se puede cambiar toda la marea social que nos envuelve, pero sí se puede crear el micro-entorno en el que el chico puede conectar con su valor, con su diferenciación y, en definitiva, con su talento. Las claves para lograr esto desde lo que el coaching nos proporciona pueden ser muchas, ya habrá que ver las peculiaridades de cada familia y de cada chico, pero puestos a proponer algún peldaño para esta larga escalera elegimos los siguientes. 1.- Creer que es posible   Si como padres, no nos convencemos de que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, va a ser muy difícil que ellos se los crean. Aunque su actitud hacia nosotros a veces es de rebeldía, nuestra opinión les importa mucho, aunque no lo reconozcan.  No estoy proponiendo que se apoyen ideas irracionales, sí que podamos permitirnos pesar "y si sí fuera posible..." 2.- Aceptación y respeto: Cuanto más domesticamos a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza más difícil se lo ponemos para que conecten con su verdadero talento.  Sólo desde esta perspectiva de la aceptación plena e incondicional, brota lo mejor de cada persona que hay en él. 3.- Confianza La confianza como nutriente de la auto-estima, es la sal imprescindible de este guiso. ¿Podéis imaginar una persona que sea capaz de reconocer su talento cuando la mirada de las personas a las que más quiere es de desconfianza? 4.- Aprender de los errores En esta etapa el adolescente experimenta opciones. Se aleja de su imagen de niño e intenta explorar nuevas alternativas de cara al adulto en el que, de forma no siempre consciente, se quiere convertir. Y como es lógico cuando se exploran paisajes desconocidos, unas veces se acierta y otras no.   Si sumamos estos peldaños y creemos que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, les aceptamos tal y como son con sus luces y sus sombras y los amamos también en sus diferencias, si confiamos en van a ser capaces a pesar de equivocarse una y otra vez, sin poner límite a esa confianza, ¿no creéis que podemos estar siendo unos claros motores de su desarrollo y de que conecten con sus talentos?   En la EEC, Rosa Barriuso coordina tres programas:
  • Escuela de Padres
  • Programa de Especialización en Adolescentes y Familias  
  • Teen Class: Técnicas de Coaching para Adolescentes
 Por  Rosa Barriuso, coach en la EEC y experta en adolescentes Con esta reflexión, así como con los programas que coordino en la Escuela Europea de Coaching, mi intención es ayudar a padres, educadores y también a los propios jóvenes a: -             Pasar del control absoluto a la confianza y comunicación -             Construir una relación basada en la aceptación, el refuerzo positivo -             Dejar de juzgar a nuestro hijo, de obligarle a ser un mini “yo -             Mantener límites educativos desde el cariño -             Enseñar el difícil equilibrio entre independencia y responsabilidad El punto de partida es entender la adolescencia como una etapa de cambio. Como frente al cambio surge la incertidumbre la inseguridad. Los chicos se apoyan en sus referentes que en este momento vital, y ya no están sólo en casa. También están en los ídolos musicales,   deportivos, en los amigos... Sin embargo, como padres vemos que el  contexto social, económico no es muy halagüeño.  Realmente en estos momentos la sociedad muestra una crisis en los referentes que ofrece, no hay nada más que ver la televisión, la prensa, las películas... Y frente a esto tenemos unos jóvenes deseosos de encontrar su lugar en el mundo. Las noticias que trascienden hablan de negatividad y todo lo positivo que muchas personas impulsan permanece en el anonimato. Por ejemplo, el elevado número de personas que en estos momentos desarrollan labores solidarias, los emprendedores que crean nuevas actividades, las empresas que se comprometen con sus empleados, las que desarrollar acciones de responsabilidad social corporativa... Esto no trasciende a penas. Los mensajes en general son desesperanzados... ¿Y podemos cambiar esto? Creo que en el núcleo familiar no se puede cambiar toda la marea social que nos envuelve, pero sí se puede crear el micro-entorno en el que el chico puede conectar con su valor, con su diferenciación y, en definitiva, con su talento. Las claves para lograr esto desde lo que el coaching nos proporciona pueden ser muchas, ya habrá que ver las peculiaridades de cada familia y de cada chico, pero puestos a proponer algún peldaño para esta larga escalera elegimos los siguientes. 1.- Creer que es posible   Si como padres, no nos convencemos de que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, va a ser muy difícil que ellos se los crean. Aunque su actitud hacia nosotros a veces es de rebeldía, nuestra opinión les importa mucho, aunque no lo reconozcan.  No estoy proponiendo que se apoyen ideas irracionales, sí que podamos permitirnos pesar "y si sí fuera posible..." 2.- Aceptación y respeto: Cuanto más domesticamos a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza más difícil se lo ponemos para que conecten con su verdadero talento.  Sólo desde esta perspectiva de la aceptación plena e incondicional, brota lo mejor de cada persona que hay en él. 3.- Confianza La confianza como nutriente de la auto-estima, es la sal imprescindible de este guiso. ¿Podéis imaginar una persona que sea capaz de reconocer su talento cuando la mirada de las personas a las que más quiere es de desconfianza? 4.- Aprender de los errores En esta etapa el adolescente experimenta opciones. Se aleja de su imagen de niño e intenta explorar nuevas alternativas de cara al adulto en el que, de forma no siempre consciente, se quiere convertir. Y como es lógico cuando se exploran paisajes desconocidos, unas veces se acierta y otras no.   Si sumamos estos peldaños y creemos que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, les aceptamos tal y como son con sus luces y sus sombras y los amamos también en sus diferencias, si confiamos en van a ser capaces a pesar de equivocarse una y otra vez, sin poner límite a esa confianza, ¿no creéis que podemos estar siendo unos claros motores de su desarrollo y de que conecten con sus talentos?   En la EEC, Rosa Barriuso coordina tres programas:
  • Escuela de Padres
  • Programa de Especialización en Adolescentes y Familias  
  • Teen Class: Técnicas de Coaching para Adolescentes
 Por  Rosa Barriuso, coach en la EEC y experta en adolescentes Con esta reflexión, así como con los programas que coordino en la Escuela Europea de Coaching, mi intención es ayudar a padres, educadores y también a los propios jóvenes a: -             Pasar del control absoluto a la confianza y comunicación -             Construir una relación basada en la aceptación, el refuerzo positivo -             Dejar de juzgar a nuestro hijo, de obligarle a ser un mini “yo -             Mantener límites educativos desde el cariño -             Enseñar el difícil equilibrio entre independencia y responsabilidad El punto de partida es entender la adolescencia como una etapa de cambio. Como frente al cambio surge la incertidumbre la inseguridad. Los chicos se apoyan en sus referentes que en este momento vital, y ya no están sólo en casa. También están en los ídolos musicales,   deportivos, en los amigos... Sin embargo, como padres vemos que el  contexto social, económico no es muy halagüeño.  Realmente en estos momentos la sociedad muestra una crisis en los referentes que ofrece, no hay nada más que ver la televisión, la prensa, las películas... Y frente a esto tenemos unos jóvenes deseosos de encontrar su lugar en el mundo. Las noticias que trascienden hablan de negatividad y todo lo positivo que muchas personas impulsan permanece en el anonimato. Por ejemplo, el elevado número de personas que en estos momentos desarrollan labores solidarias, los emprendedores que crean nuevas actividades, las empresas que se comprometen con sus empleados, las que desarrollar acciones de responsabilidad social corporativa... Esto no trasciende a penas. Los mensajes en general son desesperanzados... ¿Y podemos cambiar esto? Creo que en el núcleo familiar no se puede cambiar toda la marea social que nos envuelve, pero sí se puede crear el micro-entorno en el que el chico puede conectar con su valor, con su diferenciación y, en definitiva, con su talento. Las claves para lograr esto desde lo que el coaching nos proporciona pueden ser muchas, ya habrá que ver las peculiaridades de cada familia y de cada chico, pero puestos a proponer algún peldaño para esta larga escalera elegimos los siguientes. 1.- Creer que es posible   Si como padres, no nos convencemos de que los sueños de nuestros hijos pueden ser posibles, va a ser muy difícil que ellos se los crean. Aunque su actitud hacia nosotros a veces es de rebeldía, nuestra opinión les importa mucho, aunque no lo reconozcan.  No estoy proponiendo que se apoyen ideas irracionales, sí que podamos permitirnos pesar "y si sí fuera posible..." 2.- Aceptación y respeto: Cuanto más domesticamos a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza más difícil se lo ponemos para que conecten con su verdadero talento.  Sólo desde esta perspectiva de la aceptación plena e incondicional, brota lo mejor de cada persona que hay en él. 3.- Confianza La confianza como nutriente de la auto-estima, es la sal imprescindible de este guiso. ¿Podéis imaginar una persona que sea capaz de reconocer su talento cuando la mirada de las personas a las que más quiere es de desconfianza? 4.- Aprender de los errores En esta etapa el adolescente experimenta opciones. Se aleja de su imagen de niño e intenta explorar nuevas alternativas de cara al adulto en el que, de forma no siempre consciente, se quiere convertir. Y como es lógico cuando se exploran paisajes desconocidos, unas veces se acierta y otras no.   Si sumamos estos peldaños y creemos que los sueños d
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