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Ordenar mi casa para posibilitar el cambio y la felicidad

 

Con el reclamo de Quédate con lo necesario y ¡encuentra la felicidad!, llegó a mis manos hace tres meses el libro Dan sha ri: ordena tu vida, de Hideko Yamashita. Todo lo que suena a felicidad me resulta sugerente pero no llevo tan bien lo relacionado con el orden. ¿Ordena tu casa y ordena tu vida? Pudo más la felicidad y comencé a leerlo.  

A esta lectura le siguió La magia del orden y La felicidad después del orden, de Marie Kondo, títulos enmarcados en el fenómeno del orden japonés que arrancó con El arte de tirar, de Nagisa Tatsumi, y origen de esta nueva tendencia que revoluciona hasta la manera de doblar la ropa.

Lo novedoso y atractivo para mí de esta tradición japonesa es cómo a partir de ordenar físicamente un espacio se producen cambios en nuestra vida. Cada vez que nos enfrentamos con las cosas a ordenar es como si, de algún modo, nos enfrentáramos a nosotros mismos. Ordenar la casa, una habitación, es ordenarse a uno mismo y Una habitación caótica es el reflejo de una mente caótica, aseguran Yamashita y Kondo, respectivamente. Parece que cuando una casa está desordenada, la causa no es sólo física, es un reflejo que hacemos instintivamente para distraer la atención cuando tenemos un problema.  

 

Ordenar para posibilitar el cambio

Que la organización es un termómetro para descubrir qué pasa en mi interior lo veo también cuando antes de un examen o de la entrega de algo importante, me entra una necesidad compulsiva de ordenar mi habitación y la mesa de estudio. Debo ponerme a estudiar, pero no puedo quitarme de la cabeza el necesito ordenar mi habitación. Para Marie Kondo, esto ocurre porque necesitamos poner œalgo en orden y no por un deseo real de ordenar la habitación. De hecho, explica, el impulso de ordenar suele desaparecer una vez la crisis (en mi caso, el examen) haya pasado.  

Limpiar y ordenar pueden ser un buen punto de partida para descubrir la verdadera causa de un malestar y organizar puede convertirse en el instrumento para descubrir qué debes reajustar en tu vida. Una vez realizado este cambio de observador, de ver la realidad de otra manera, y después de hacer un ejercicio de visión para imaginar nuestro estilo de vida ideal, nos pondríamos manos a la obra y trazaríamos un plan de acción para organizar nuestra casa con el popularmente denominado Método Konmari,  que tan bien desarrolla Kondo en su libro.    

 

Ordenar para ser feliz

Cuando tu habitación está limpia y organizada, no te queda más opción que examinar tu estado interior.    

Se estima que una organización de este tipo puede durar medio año pero, tranquilos, es algo que sólo sucede una vez en la vida. Después, asegura la experta, el mantenimiento lleva dos horas al año. A mí, que siempre he sido bastante desordenada, me compensa, porque quiero œordenar mi mente y alcanzar el verdadero objetivo que hay detrás de estos procesos y que tiene que ver más con lo psíquico y con establecer el estilo de vida que quiero.

 

Claves del Método Konmari

1. Lo primero que propone Kondo es realizar esta organización de una sola vez y no de poquitos a poquitos. Nuestro espacio se transformará de forma drástica œacarreando un cambio que afectará a nuestras emociones y esto afectará a nuestra manera de pensar y a nuestros hábitos, apunta Kondo.  

2. La organización debe comenzar con la eliminación. Para decidir qué guardar, debemos identificar lo que queremos conservar, no lo que queremos tirar. Debemos quedarnos con las cosas que nos lleven a responder afirmativamente a la pregunta: ¿esto me hace feliz? El único criterio es que ese objeto nos llegue al corazón y nos haga felices.  

Para elegir, Kondo recomienda comenzar por los objetos que poseen menor valor y luego pasar a los de más valor (en términos de emociones). La secuencia acertada sería: ropa, libros, papeles, objetos varios, y, por último, objetos y recuerdos sentimentales. Debemos decidir con la intuición y no con la razón, pues la mente añade obstáculos como la función que tienen esos objetos, la información (contienen información útil) y el apego emocional, si se suma rareza es todavía más difícil elegir qué eliminar.  

 

Estrategias para desprenderse de objetos sentimentales

El secreto que comparte la autora para poder elegir es sostener cada objeto en la mano y darnos tiempo para sentir lo que nos transmite dicho objeto. En este tutorial en Youtube, en el que la propia autora enseña cómo doblar la ropa,  se ve claramente la relación emocional que trata de crear con los objetos. También, lo importante que es en el mundo oriental las manos para generar energía.    

Sobre la parte tan difícil que es desechar objetos de valor sentimental, dos me parecen las ideas a rescatar.

La primera, cómo almacenar objetos del pasado que no nos proporcionan felicidad hoy o que nos vinculan a relaciones extinguidas nos impide vivir en el aquí y ahora.

La segunda, son las claves que la consultora japonesa del orden propone para desprenderse de estos delicados objetos. Se trata de pensar en cuál fue su propósito y si en la actualidad lo siguen cumpliendo, si no es así, debemos darles las gracias por el servicio y dejarlos ir. œPoner las cosas en orden es poner tu pasado en orden para reajustar tu vida y dar el siguiente paso hacia delante.

3. El último paso es buscar un sitio para guardar cada cosa que hayamos decidido conservar. Una tarea que debe hacerse al finalizar el proceso completo de desechar lo que no nos hace felices.

 

¿Ordena tu casa y ordena tu vida?

He de confesar que a veces me inquieta la excesiva personalización con la que se trata a los objetos. Kondo explica que ha sido muy introvertida y que ha sido muy importante la relación que ha tenido con éstos. Esta nueva manera de ordenar se basa en escuchar continuamente nuestras emociones. Al fin y al cabo, si lo que conservo en mi hogar me proporciona alegría ya sabemos lo que harán las neuronas espejo con ello :-) y las nuevas acciones que irán de la mano.

Nada más concluir estos libros me sentí tentada a ponerlos en práctica y, desde la semana pasada, he comenzado a hacerlo. Estoy abierta a descubrir qué cambios de  mi  proceso de ordenación irán vinculados a mi vida personal. Una vez concluya, me gustaría compartir su efectividad. ¡Nos vemos en 6 meses!

 

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