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La curiosidad como acelerador del aprendizaje

Del hastío ante la sorpresa, de la importancia de recuperar el entusiasmo por lo inesperado y de cómo educar desde la sorpresa. Por Adriana Díaz, miembro de GICAF de EEC

Qué curioso que vengamos a este mundo con la curiosidad de serie y qué curioso que se desvanezca a la par que crecemos. Sorprendentemente, la sorpresa es de las emociones menos conocidas entre la población. ¿Será que la menospreciamos y no le otorgamos la importancia que tiene?

Piensa por un segundo en tu infancia, ¿acaso no te asombrabas con cualquier estímulo novedoso que se topase en tu vida? Y ahora de adulto, ¿te sorprendes igual?

Los estímulos siguen estando a nuestro alrededor, pero de alguna manera es como si estuviéramos anestesiados ante la novedad.

¿Qué es la sorpresa, qué mensaje nos trae y cómo se regula? 

La sorpresa es la emoción que se activa cuando aparece una novedad, un acontecimiento repentino e inesperado, ya sea externo (cuando nos felicitan con un regalo) o interno/cognitivo (cuando nos acordamos de un olvido que hemos tenido).

Es una de las 6 emociones básicas, lo que implica que hemos nacido con ella y que no es aprendida de manera social. Es una emoción neutra y la más breve de todas, solo dura unos segundos. La sorpresa siempre da paso a otra emoción, congruente con la situación que la ha desencadenado (miedo, alegría, tristeza, ira). 

Para entender su función, es necesario escuchar el mensaje que nos trae. La sorpresa nos prepara para que dediquemos toda nuestra atención al estímulo que la desencadena y así afrontar de forma efectiva los acontecimientos inesperados.

Facilita la curiosidad y el aprendizaje, y en estos tiempos de pandemia que vivimos, más nos vale ser conscientes de ella y permitirnos abrazarla, porque solo de este modo, podremos avanzar y adaptarnos al cambio, redescubriendo nuevas sensaciones, ideas, comportamientos, para convertirnos en otras versiones de nuestra identidad cuando lo necesitemos. 

Como toda emoción, requiere de una correcta regulación, ya que, si la viviésemos con mucha intensidad o durante un periodo de tiempo prolongado, se habría convertido en obnubilación. Cuando esto sucede, lo mejor es reinterpretar los hechos, mirarlos desde otro prisma, que nos permita avanzar.

Sobre la importancia de educar desde la sorpresa para fomentar la curiosidad y el aprendizaje

De entre las diversas teorías sobre el aprendizaje que se han formulado a lo largo de la historia, están las teorías mecanicistas, y las teorías que ponen al niño en el centro. Las primeras, consideran al niño como un producto y le exponen de manera constante a una sobre estimulación, que lo único que consigue son problemas de aprendizaje.

Un entorno con más estímulos de los necesarios hace que el protagonista de la educación no sea el niño, sino todo lo que le rodea. El exceso de estímulos provoca que, tras la euforia, el niño se apalanque, se muestre pasivo y no tenga iniciativa. En definitiva, que se aburra con bastante facilidad. 

Por el contrario, los modelos que ponen al niño en el centro entienden que el fin último de la educación es el niño, no lo que pretendemos conseguir con él. El educador debe aceptar al niño tal y como es y acompañarlo en la búsqueda de la excelencia. Estos modelos promueven que no hay libertad sin voluntad, y no hay voluntad sin motivación que nace desde dentro, desde el corazón, y movida por el asombro.

Llegados a este punto, te pregunto. Como educador...

  • ¿alguna vez te habías parado a pensar en la importancia que tiene la sorpresa en los procesos de aprendizaje?
  • ¿Cómo vives tú la sorpresa, la aceptas o por el contrario la evitas/rechazas?
  • ¿Permites y fomentas la sorpresa en las personas de tu alrededor?

Bien si tienes hijos, o tienes la suerte de ser docente, ya sabrás que los niños/adolescentes aprenden educación emocional de nosotros, los adultos. Entonces...

  • ¿Qué crees que están aprendiendo de la sorpresa cuando te miran?

Como nos dice Catherine L’Ecuyer, autora del libro “Educar en el asombro”, la sorpresa es la emoción clave para que niños/adolescentes y adultos aprendamos desde nuestro interior, con absoluta libertad, y sin distracción por los estímulos externos que nos da la vida. 

Cómo acompañar a los niños/adolescentes a activar la sorpresa

Ya hemos comentado, que la sorpresa es una emoción, y que por lo tanto se dispara por determinados estímulos. Conocer estos estímulos nos va a servir como herramienta de palanca para potenciarla y obtener así los beneficios del aprendizaje. Por el contrario, también existen saboteadores, que nos inhiben entrar en contacto con la sorpresa.

Como educadores, reflexionar y tomar consciencia sobre en qué medida fomentamos la sorpresa y la curiosidad a la hora de educar, nos permitirá conectar con nuestras palancas e inhibir los saboteadores. 

Te muestro algunos ejemplos de saboteadores y palancas:

  • Saboteadores: nuestro ego, querer controlarlo todo, la sobreestimulación, creer que no eres creativo, vivir la vida “en piloto automático”, etc.
  • Palancas: no dar nada por supuesto, sentir humildad y gratitud, admirar lo sencillo, admitir el aburrimiento, sentir el silencio interior, etc.

¿Te sientes identificados con ellos? ¿Puedes añadir más? ¿Cuáles quieres potenciar? ¿Cuáles inhibir?

Ahora piensa en tu hijo/alumno:

  • ¿sabrías decir cuáles son sus palancas y sus saboteadores?
  • ¿Conecta él/ella de manera adecuada con la sorpresa para que le fomente la curiosidad y el aprendizaje?
  • ¿Cómo puedes acompañarle a abrazar más esta emoción y que le saque el máximo partido?

Espero que este post haya generado en ti la suficiente curiosidad como para seguir indagando y conectando con la sorpresa como motor para tu propio aprendizaje, y el de las personas a las que acompañes.

 

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