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Hallar la solidez en una modernidad difusa

Por Carmen Mellina, directora académica de EEC Zona Norte.   El día de la festividad de todos los santos en nuestro país, inicio del día de los muertos en México, me desayunaba con un artículo de un amigo periodista donde habla de œNuestra falta de consistencia . Este verano leía œLo que era sólido , de Muñoz Molina y hace tiempo que admiro al sociólogo, filósofo y ensayista   Zigmunt Bauman, de quien me parece muy acertado el término œcontemporaneidad líquida  o œmodernidad líquida  para explicar muchos fenómenos que se están dando desde hace unas décadas.

Estos días, seguí mi hilo de pensamiento sobre esta idea. Percibo que la incertidumbre se está convirtiendo en una palabra que aparece en todas  conversaciones. También percibo un estado emocional de desasosiego ante los mordiscos de la crisis. Miro a la calle y siento la energía estancada, paralizada ¦ Es el miedo . En estas situaciones, ¿cuál es el papel del coach? Escucho que nuestros jóvenes vivirán en entornos de incertidumbre. Les recomiendan aprender a gestionar la falta de estabilidad y cuando miro hacia atrás, hacia nuestros padres y abuelos, a la historia reciente de Europa, veo mucha más incertidumbre que ahora. El papel del coach cobra un profundo sentido. En medio de la incertidumbre, se puede tener solidez y probablemente esa sea la herramienta que nos posibilite gestionar la incertidumbre y la emoción que nos secuestra. Yo le pregunté un día al autor del artículo: œSi todo es tan difuso, si todo es líquido e inconsistente ¿a qué nos podemos aferrar?". œA   nuestros afectos , me respondió.  Creo que nuestros afectos son la consecuencia de algo más profundo, de nuestra manera de expresar nuestros valores. Podemos asistir a nuestros coachees a reencontrarse son sus valores , a hallar la congruencia personal, a reconectarse son su esencia y, por supuesto, a mostrar la vulnerabilidad . Ahí reside, en mi opinión, nuestra solidez.  El coach será el catalizador para que ese proceso se produzca.Por Carmen Mellina, directora académica de EEC Zona Norte.   El día de la festividad de todos los santos en nuestro país, inicio del día de los muertos en México, me desayunaba con un artículo de un amigo periodista donde habla de œNuestra falta de consistencia . Este verano leía œLo que era sólido , de Muñoz Molina y hace tiempo que admiro al sociólogo, filósofo y ensayista   Zigmunt Bauman, de quien me parece muy acertado el término œcontemporaneidad líquida  o œmodernidad líquida  para explicar muchos fenómenos que se están dando desde hace unas décadas.

Estos días, seguí mi hilo de pensamiento sobre esta idea. Percibo que la incertidumbre se está convirtiendo en una palabra que aparece en todas  conversaciones. También percibo un estado emocional de desasosiego ante los mordiscos de la crisis. Miro a la calle y siento la energía estancada, paralizada ¦ Es el miedo . En estas situaciones, ¿cuál es el papel del coach? Escucho que nuestros jóvenes vivirán en entornos de incertidumbre. Les recomiendan aprender a gestionar la falta de estabilidad y cuando miro hacia atrás, hacia nuestros padres y abuelos, a la historia reciente de Europa, veo mucha más incertidumbre que ahora. El papel del coach cobra un profundo sentido. En medio de la incertidumbre, se puede tener solidez y probablemente esa sea la herramienta que nos posibilite gestionar la incertidumbre y la emoción que nos secuestra. Yo le pregunté un día al autor del artículo: œSi todo es tan difuso, si todo es líquido e inconsistente ¿a qué nos podemos aferrar?". œA   nuestros afectos , me respondió.  Creo que nuestros afectos son la consecuencia de algo más profundo, de nuestra manera de expresar nuestros valores. Podemos asistir a nuestros coachees a reencontrarse son sus valores , a hallar la congruencia personal, a reconectarse son su esencia y, por supuesto, a mostrar la vulnerabilidad . Ahí reside, en mi opinión, nuestra solidez.  El coach será el catalizador para que ese proceso se produzca.Por Carmen Mellina, directora académica de EEC Zona Norte.   El día de la festividad de todos los santos en nuestro país, inicio del día de los muertos en México, me desayunaba con un artículo de un amigo periodista donde habla de œNuestra falta de consistencia . Este verano leía œLo que era sólido , de Muñoz Molina y hace tiempo que admiro al sociólogo, filósofo y ensayista   Zigmunt Bauman, de quien me parece muy acertado el término œcontemporaneidad líquida  o œmodernidad líquida  para explicar muchos fenómenos que se están dando desde hace unas décadas.

Estos días, seguí mi hilo de pensamiento sobre esta idea. Percibo que la incertidumbre se está convirtiendo en una palabra que aparece en todas  conversaciones. También percibo un estado emocional de desasosiego ante los mordiscos de la crisis. Miro a la calle y siento la energía estancada, paralizada ¦ Es el miedo . En estas situaciones, ¿cuál es el papel del coach? Escucho que nuestros jóvenes vivirán en entornos de incertidumbre. Les recomiendan aprender a gestionar la falta de estabilidad y cuando miro hacia atrás, hacia nuestros padres y abuelos, a la historia reciente de Europa, veo mucha más incertidumbre que ahora. El papel del coach cobra un profundo sentido. En medio de la incertidumbre, se puede tener solidez y probablemente esa sea la herramienta que nos posibilite gestionar la incertidumbre y la emoción que nos secuestra. Yo le pregunté un día al autor del artículo: œSi todo es tan difuso, si todo es líquido e inconsistente ¿a qué nos podemos aferrar?". œA   nuestros afectos , me respondió.  Creo que nuestros afectos son la consecuencia de algo más profundo, de nuestra manera de expresar nuestros valores. Podemos asistir a nuestros coachees a reencontrarse son sus valores , a hallar la congruencia personal, a reconectarse son su esencia y, por supuesto, a mostrar la vulnerabilidad . Ahí reside, en mi opinión, nuestra solidez.  El coach será el catalizador para que ese proceso se produzca.
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