¿Es posible controlar el impulso de querer controlar?
¿Eres de los que se prepara para la tormenta o de los que hace todo lo posible para evitar que llegue la tormenta? ¿Lo consigues? Tratar de tenerlo todo controlado nos convierte en personas rígidas, exigentes e impacientes con nosotros mismos y con los demás. Las personas controladoras tienen una imagen preconcebida de cómo deben ser las cosas, no aceptan el mundo tal y como es y se pasan la vida tratando de cambiar a las personas que les rodean, preocupados por el qué dirán y aterrados ante la posibilidad de cometer un error.
¿Empleas tu energía en controlar tu entorno?
Las personas controladoras no suelen disfrutar del presente (están demasiado atareadas preparándose para controlar el momento siguiente) por lo que sufren desgaste, estrés, frustración e insatisfacción. No es fácil pasarse la vida detrás de un unicornio, una perfección que no existe.
Si no tienes claro si eres o no uno de estos perfiles, mira estos 7 comportamientos típicos de alguien obsesionado con el control.
7 comportamientos típicos del controlador
- No trabajas bien en equipo
- Piensas que eres 100% responsable de tu propio éxito
- Tratas de cambiar a otras personas
- Te cuesta mantener relaciones profundas
- Tratas de evitar que sucedan ciertas cosas
- Te cuesta delegar
- No te compadeces de quien comete un error
Cómo abandonar la costumbre de controlar
Concéntrate en gestionar tus emociones en lugar de tratar de controlar todo lo que te rodea. Gana autoconfianza en tu capacidad de gestionar la incomodidad y la incertidumbre y acepta que no todo va a ir tal y como lo has planeado. Con esfuerzo consciente, lograrás, por fin, la paz interior que has estado tratando de obtener en el lugar equivocado, controlando tu entorno. Para ayudarte, sigue estas pistas:
- Recuérdate tus valores, que están en tu persona, no en tus competencias.
- Date permiso para equivocarte. Repite en alto 10 veces seguidas: "Nadie es perfecto. La perfección no existe" y créetelo.
- Cuando cometas un error o pienses que lo has cometido, cultiva la curiosidad, indaga lo que salió mal y busca opciones para seguir adelante.
- No pasa nada por no saber todas las respuestas, pero las puedes averiguar junto a la persona que te lance la pregunta, en equipo.
- Aprende a reírte de ti mismo, cultiva el sentido del humor.