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El control, la cara visible del miedo

Hay sistemas y organizaciones en las que existe de forma habitual un tipo de control que parece conveniente, adecuado y, a veces, necesario. Actitudes o estrategias que se ponen en marcha para asegurar determinados resultados pero que, en la mayoría de los casos, están relacionados con la desconfianza. 

¿Qué se esconde debajo de ese control? 

Si miramos nuestras acciones y comportamientos, podremos distinguir que controlamos más cuanto más nos preocupa que algo salga mal. Cuanto más tememos equivocarnos, mayor control ejercemos. El control no es otra cosa que una cara visible del miedo. 

Cuando en las organizaciones, el control es una cultura (aunque sea informal), lo que sucede es que los equipos están siendo gestionados desde el miedo, una emoción que se contagia a todos los miembros del sistema, y que, a largo plazo, provoca absentismo laboral y aumento de las enfermedades relacionadas con el estrés.  

Mirar el control como una expresión del miedo nos ayuda a empatizar y nos acerca al mensaje que nos está tratando de dar esa emoción. (En general, el miedo quiere proteger algo importante).

Aceptar que sentimos miedo, por un lado, y saber por qué, por otro, nos sirve para no bloquearnos y para dejar de poner en marcha acciones de micromangaement, por ejemplo. En su lugar, podremos conectar con eso que es valioso para nosotros y, desde la confianza, la ocupación (y no la preocupación) y la responsabilidad 100%, elegir unas acciones distintas. 

Y tú, ¿cuándo controlas más?, ¿en relación a qué temas, qué personas?, ¿qué valoras y quieres proteger?, ¿qué sí está en tu mano hacer desde la responsabilidad y la confianza?

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