Dejando atrás lo prescindible: el poder del descanso para redefinir prioridades
El verano es para la inspiración, para el disfrute, para abrirse a nuevas experiencias, para conectar con amigos, con familia, con hobbies, con el agua, con la brisa, con el vivir sin reloj y sin prisas.
Las vacaciones son momentos de expansión cerebral y corporal, de dejar de vivir como si todo el tiempo hubiera un incendio o una urgencia. Es tiempo de detenerse, respirar, y simplemente ser.
Ahora que estás de vacaciones, o estás a punto de irte, o tal vez acabas de volver, revive esa sensación de libertad.
¿Qué es lo que realmente te ha hecho sentir vivo este verano? Quizás es la autenticidad, la creatividad, la serenidad o la conexión con otros. ¿Qué valor se ve potenciado en este momento?
El verano nos invita a experimentar lo nuevo, desde deportes hasta comidas, países y culturas diferentes. Y también es el momento perfecto para dejar de hacer, para apartar el piloto automático y darle volumen a lo que realmente elegimos y hacemos de manera consciente.
En verano, da igual si lo hacemos bien o mal. Nos damos permiso para probar y experimentar como niños.
No importa si surfeamos mejor o peor, si el castillo de arena no aguanta la ola, o si la paella no es perfecta; lo que realmente importa es conectar con las personas y con nosotros mismos de manera natural y relajada.
¿Qué elegimos dejar de hacer? ¿Y cuando llegue septiembre, qué no volveremos a retomar? ¿A qué vamos a decirle "no"?
Conectemos con esos momentos de autenticidad para preguntarnos: ¿Qué cambiaría en nuestra vida si actuáramos más en consonancia con los valores redescubiertos? ¿Qué estamos dispuestos a soltar para avanzar hacia lo que realmente queremos?
Reflexionemos sobre cómo esta sensación de libertad y renovación puede influir positivamente tanto en nuestra vida personal como profesional todos los días del año.