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¿Comer helado o enseñar a jugar al futbol? Una dosis de Psicología Positiva

En estos últimos años he tenido la oportunidad de formarme en Psicología Positiva y gracias al maestro Martin E.P. Seligman, reconocido por su trabajo e influencia en esta corriente de la psicología, he descubierto la distinción entre Placer y Gratificación/Disfrute. 

Por Anais Rubió-Galván. 

Como profesionales del coaching, sabemos que tener en nuestro repertorio una distinción de conceptos amplía nuestras posibilidades de acción. Por tanto, respondiendo a la pregunta que da título a este post, comer helado es placer y enseñar a jugar al fútbol es disfrute o gratificación.

EL PLACER es la satisfacción de las necesidades biológicas. Ahora bien, el placer tiene sus inconvenientes, tal y como señala Seligman, como son la dependencia que pueden provocar las fórmulas rápidas de obtención de placer; que el placer nos da una felicidad momentánea al estar sujeto a la habituación (la cuarta cucharada de helado no es igual que la primera); y, por último, que este tipo de actividades no conllevan el desarrollo de ninguna habilidad y, por tanto, no generan ningún desafío.

En cambio, LA GRATIFICACIAÓN O EL DISFRUTE forman parte del estado de fluidez y son el resultado de la puesta en práctica de nuestras fortalezas.

¿A qué llama Seligman fortalezas? A nuestras motivaciones, a aquello que nos gusta hacer y que sabemos hacer bien. Sería, por ejemplo, ayudar a otras personas, leer un libro, etc. El autor establece, las características principales de las tareas que nos llevan al disfrute.

Tareas que nos llevan a la gratificación:

  • Constituyen un reto y exigen habilidad
  • Existen unos objetivos claros
  • Nos implicamos profundamente

El ejemplo más claro es el de un escalador cuyo desafío es llegar a la cima de una montaña. El proceso puede resultar estresante y conlleva riesgo, sin embargo, una vez culminada su tarea siente una satisfacción profunda e inmensa por la hazaña.

¿Cuáles serían las aplicaciones en coaching?

Sería interesante trabajar con el coachee o cliente esta diferenciación para que, además de practicar el placer, también practique la gratificación o disfrute. Pues realizando tareas con las que ejercitamos nuestras fortalezas, nuestras motivaciones, estaríamos más cerca de conseguir un estado de bienestar duradero.

¿Y cómo? Ayudándole a identificar sus fortalezas mediante la técnica de la fluidez, es decir, encontrar aquello en lo que fluye (se le da bien + le gusta) y animarle a que lo ponga en práctica todos los días que pueda.

¡Feliz Disfrute! ¡Y gracias Luis Miró por los consejos a la hora de redactar este post!

 

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