A punto de entrar en la primavera, llega el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cuando todos nos acordamos de la desigualdad entre géneros y de los techos de cristal y cuando todos los medios de comunicación se inundan de noticias, debates, etc. sobre la situación de la mujer.
Más allá del día señalado, cada vez somos más quienes tenemos presente este asunto durante todo el año; quienes, desde nuestro lugar, tratamos de que las condiciones y las oportunidades sean iguales para todos, hombres o mujeres; y, también, quienes vemos que las diferencias de género son obvias y enriquecedoras.
Igualdad no es café para todos. A veces, nos empeñamos en decir que igualdad significa querer lo mismo para hombres o mujeres, pensando que lo contrario sería descriminatorio. Sin embargo, ¿podría ser que igualdad fuera querer algo diferente?
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